viernes, 27 de noviembre de 2009

Laura Gutman

Es argentina, terapeuta familiar y escritora.
Lleva publicados varios libros sobre maternidad, paternidad, vínculos primarios, desamparo emocional, adicciones, violencias y metodologías para acompañar procesos de indagación personal.
Es colaboradora habitual en varias revistas en Argentina y España.
Dirige CRIANZA una institución con base en Buenos Aires que cuenta con una Capacitación Profesional y un equipo de profesionales que asisten a madres y padres.
Site: www.lauragutman.com.ar

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Laura Gutman 1/6 Nos habla de: Colecho/ Valor Social de la Maternidad/ Conquista e Identidad de las madres/ Batalla entre el deseo del niño y autonomía materna/ Tribu o aldea contra familia nuclear/ Soledades de las madres y de los padres modernos/ Doulas/ Píldoras Anticonceptivas/

Laura Gutman 2/6 Temas: Puerperio/ Lactancia vs Leches Maternizadas/ Apego/ Dinámicas de Superviciencia- Violencias/ Niños con enfermedades crónicas/ Adicciones/

Laura Gutman 3/6 Puerperio: Encuentro con la propia sombra/ Fusión emocional

Laura Gutman 4/6 Familias Ensambladas/ Altruismo/ Su historia de exilio/ Su historia con su madre/ Colecho

Laura Gutman 5/6 Mamíferos/ Colecho/ Madres anoréxicas/ Exitismo y Pseudo Información sobre Maternidad/ Consejos/ Foros y Circularidad del acompañamiento/ Madres que trabajan/ Demanda/ Sexo

Laura Gutman 6/6 Actitud quejosa vs. autoconocimiento para comunicar/ Diálogo- Comprensión- Compañía


lunes, 16 de noviembre de 2009

Falta de atención adecuada en la historia de Marina, de Misiones

VIOLENCIAS




La orfandad de Luzmila

Su mamá, Marina Aspeleider, murió a los pocos días de que ella naciera. Durante la atención de su parto se violaron tanto la Ley de Violencia de Género como la que protege los derechos de madres, padres y recién nacidos en ese momento de extrema vulnerabilidad. A Marina no se le permitió estar acompañada, la separaron de su beba y recién dos horas más tarde se la mostraron a su papá. El día que falleció, las autoridades del hospital Madariaga, en Posadas, llamaron a la policía antes de comunicarlo. Una historia de violencias que hoy cruza en forma de marcha, cada día 20, la capital de Misiones.


Por Irupé Tentorio


“Me cuesta mucho volver hablar de esto, es muy doloroso para nosotros. Ella disfrutó de un hermoso embarazo, era una chica sana, seguía sus controles cada mes y todo iba bien”, cuenta su novio Cristian con una voz entrecortada al hablar de Marina Aspeleider, una joven de 19 años oriunda de Garupá, Misiones.



Junto a su novio de 23 años compartieron y cuidaron mutuamente de ese embarazo que venía creciendo en el vientre de su madre. Les habían dicho que sería una niña y decidieron llamarla Luzmila. En principio, sus controles fueron en “la salita de salud” de la localidad de Garupá. A medida que el embarazo avanzaba se trasladó al Hospital Público Dr. Ramón Madariaga de Posadas. En esa institución fue asistida durante ocho meses por la Dra. Gloria Díaz, quien afirmó que “todo andaba sin ningún problema. Ella gozaba de buena salud y su beba se encontraba en buen estado”.


El 13 de marzo –ya en fecha de nacimiento– Marina se acerca a la guardia del hospital por sus intensos dolores. Sin embargo, los médicos decidieron mandarla a su casa. Al día siguiente entró en trabajo de parto y nuevamente acudió a la Unidad de Perinatología del hospital y, esta vez, fue atendida. Le brindaron las condiciones básicas, pero desde un principio algo raro sucedió: no dejaron que su novio ni ningún familiar cercano la acompañase. “Ella entró a Maternidad a las 14 hs, me llamó y salí corriendo hacia el hospital. No me dejaron ingresar a la sala de parto, así que ella estuvo sola todo el tiempo. En el preparto, recién a las 20 hs, pude verla un ratito para pasarle algo de ropa pero fue todo”, relata Cristian.


Laura Anger, antropóloga social e investigadora de los Procesos de Nacimiento y actualmente referente en Misiones de Relacahupan (Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento) señala “que en este hospital, como en tantos otros y clínicas privadas esta situación es cotidiana. Desde el punto de vista antropológico, es obligación ocuparnos, de este hecho, que es consecuencia de una trama de gestión de las políticas perinatales. Las cuales no tienen en cuenta a las personas como sujetos de derechos. En el caso de Marina sucedió lo peor, la muerte de una joven sana que fue a dar a luz a su primera hija. Ella contaba con la suerte de tener un núcleo familiar contenedor que la acompañó y contuvo durante toda la gestión, sin embargo, allí todo se convirtió en infierno”.


Existe una ley 25.959 –vigente desde el 2004– que habla sobre los Derechos de Padres e Hijos Durante el Proceso de Nacimiento. En su artículo número 2 dictamina que “toda paciente puede estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de preparto, parto y postparto”, ese justamente era uno de los tantos deseos que tenía su novio.


Anger sostiene “que lo sucedido con Marina Aspeleider dista mucho de ser un caso puntual y aislado. Como ella existen en la actualidad miles de personas, mujeres y varones que son maltratados en un acontecimiento tan importante como el nacimiento de un hijo. Marina estuvo sola, a pesar de querer estar acompañada”.


El sábado 14 de marzo a las 22.30 hs nace Luzmila. Sin embargo, su familia fue informada de esto dos horas más tarde. Los familiares al recibir a la niña, también reciben la noticia de que su madre estaba muy débil: “Hay que salir a buscar dadores urgente, está perdiendo mucha sangre”, dijo la doctora residente Guadalupe Maidana, una de las médicas que asistió a Marina en el momento del nacimiento de su hija, quien a pesar de este hecho aún sigue ejerciendo su profesión en esta provincia.


Unas cuantas horas más tarde llaman al jefe de Obstetricia –el Dr. Carlos Bustíos– quien fue el encargado de comunicar a la familia que venía “a sacar las papas del fuego, ya que en 37 años de actividad nunca vi semejante desastre”. El jefe de Obstetricia llegó a parar la hemorragia que se había producido por causa de una ruptura uterina, “tiene un desgarro muy profundo”, concluyó.


Luego de esa intervención, Marina ingresó a la sala de recuperación y horas más tarde a terapia intensiva. En esa sala expresó sus últimas palabras a su madre y a su novio: “Yo ya no tenía fuerzas, un médico se subió arriba mío....ya no pude más y me desmayé... me arrancaron a mi hija”, escuchó Cristian. “La vimos azul, hinchada...se corrió la máscara de respiración y nos dijo que tenía mucho miedo, que la sacáramos de ahí, que la ‘judearon’ mucho en esa sala, la retaban y pedían que se calle la boca”, agrega. Sus familiares hicieron propias sus palabras. Marina detalló que en ese momento, en ese estado, un médico le quería hacer firmar algo.


Su madre, Miguelina Kenyuk, desgarrada ante esta respuesta, pedía explicaciones a los médicos, enfermeros, gente del hospital y nadie supo dar una respuesta. “Fuimos a buscar a la Dra. Maidana, pero ella nos pegó cuatro gritos y nos cerró la puerta en la cara.”


La Lic. Anger considera “que pensar desde el modelo Médico Hegemónico –así, con mayúsculas–, significa considerar las perspectivas de los diferentes sujetos sociales involucrados. Es necesaria una seria reflexión acerca de cómo se atienden los embarazos, los partos y los puerperios en las diferentes instituciones de salud. Recordemos que hace poco más de 50 años, los partos se atendían en los hogares y paulatinamente se empiezan a atender en los hospitales, hasta llegar a la actualidad, donde es casi impensable prescindir de un médico o una sala de partos. El parto dejó de ser un fenómeno social que le pertenecía a la familia, para pasar a la agenda institucional o las decisiones médicas”.


Durante esa semana Marina estuvo internada en terapia intensiva sin reacción alguna. A pesar de esta situación, la familia guardaba una pequeña esperanza sobre su vida quizás esa esperanza provenía de la vida de Luzmila, su hija que nació sana y que aún vive junto a su padre.


La ley nacional 26.485, de Protección Integral a la Mujer sancionada en abril último, es una de las herramientas que obligan a respetar las temáticas de violencia de género. En el artículo número 6 se sanciona la violencia obstétrica (aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres), expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalizar y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la ley 25.929. Es ilegal no informar, no acompañar, no permitir la incorporación de la familia. No respetar uno de los momentos más vulnerables en la vida de una mujer. Apurarle los partos, evitarles moverse, expresarse, separarlas de sus bebés. Todo lo que le pasó a Marina, además de trágico e irreparable, es ilegal.


El fin de semana del 20 de marzo los médicos de terapia intensiva informaron a la familia de Marina que su vida ya no estaba en sus manos. Por lo cual sus parientes y amigos más cercanos hicieron guardia esperando con serenidad para darle el último adiós. Pero este hospital tampoco les concedió esa despedida serena: hicieron una presentación en la comisaría número 3 de Posadas donde denunciaban a la familia por “desorden, destrucción y amenazas al personal del hospital”. De esa manera, esta institución continuó sosteniendo la agresividad y la no respuesta. “A las 9.30 hs del pasado 20 de marzo nos avisan que le quedaba pocas horas de vida. Marina estaba con respirador artificial y durante esa semana no pudo comunicarse con nosotros hasta que finalmente murió.” En el momento de dar la noticia del fallecimiento de Marina llegaron al hospital cinco móviles, con alrededor de quince efectivos que rodearon el pabellón de Terapia Intensiva.


En la actualidad, los familiares de Marina marchan todos los 20 de cada mes desde el mástil de la ciudad de Posadas hasta la sede del Ministerio de Salud y concluyen frente a la sede de la Fiscalía 3, sin embargo esta Fiscalía cierra sus puertas apenas escucha el reclamo de la familia. A la marcha no sólo asisten amigos cercanos y familiares, sino también su niña Luzmila junto a su padre, quien asegura en cada marcha que no dejará que esta causa muera. “Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr que se llegue a la verdad y que los culpables paguen por la muerte de Marina...”


“Las cosas tienen que cambiar para que nadie más tenga que pasar por la pesadilla que estamos viviendo, Marina ingresó en buenas condiciones a dar a luz y salió muerta una semana después, sin que nadie diera la cara”, cuenta su suegra.


“Son muchísimas las mujeres que no reciben un trato profesional y respetuoso en los procesos de parto, existiendo una violación sistemática de los tiempos biológicos del cuerpo y de las necesidades psicológicas y emotivas. La mayoría sufre prácticas biomédicas invasivas y muchas veces innecesarias. Lo fundamental a destacar es la falta de una política institucional, que valorice las opiniones y demandas de los pacientes. Como dijimos anteriormente el caso de Marina Aspeleider es solamente la punta del iceberg, de una problemática compleja que atraviesan muchas instituciones de salud tanto a nivel público como privado. Y es urgente reflexionar acerca de esto”, concluye la licenciada Anger.


Marina sufrió en carne propia la violencia física, psicológica y simbólica, la ley 25.929 “simplemente” fue ignorada.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Abrís la boca y se abre la vagina.

Usamos la voz, nuestra voz, muchas horas al dia, para expresar sentimientos, pedidos , ordenes, deseos, dolor, canciones de amor, de cuna, canciones de euforia, de bronca...


Es evidente que el uso de la voz tiene directa relación con la emoción.

Mi propuesta es recorrer el propio sonido y concientizarlo en el cuerpo, usando la vibración de la voz para conocernos y expresar- lo todo.

En la gestación del hijo, las sensaciones y emociones se potencian por el el amor que nos colma. transformemoslo en sonido y escuchemos en la voz!!!!

Gabriela Farias Madre-Maestra de canto-Titiritera-Doula.
Vive junto a su familia, en San Clemente del Tuyú- Partido de la Costa
Cel 0225.2154.90331

lunes, 26 de octubre de 2009


TECNOLOGÍAS APROPIADAS VS. RUTINAS ACRITICAS Por: Dr. Jorge Pronsato Santandreu Ponencia 15 Julio 2002 en FUNDALAM, Buenos Aires

Dicen que Elia Metrico, que fue el descubridor de la fagocitosis, mientras

investigaba en el Instituto Pasteur este proceso, afirmaba que él trabajaba

mucho mejor en presencia de mujeres hermosas, y yo tengo hoy ese privilegio.

Hace 1.000.000 de años un ser apenas parecido a nosotros se irguió sobre

sus patas traseras, que en adelante comenzaron a llamarse piernas, empezó a

usar sus brazos, sus manos, y a desarrollar su cerebro.

Conocemos a uno de los representantes de esa gente, la pequeña Lucy.

Muchísimos miles de años después, sus descendientes iban a ser capaces de

crear el fuego. Unos 10.000 años después los Sócrates, Los Mozart, los

Copérnico, los Mahatma Gandi, las Madre Teresa, las Marie Curie, etc.

Todos ellos son amigos míos. Ellos nunca supieron que lo fueron, pero en

realidad son mis amigos, y además tengo otro amigo muy especial, pero este

también fue mi maestro. En realidad fue maestro de varios de los que estamos

acá. Se lama Hipócrates.

Hace 2.500 años él dijo una frasecita pequeña, entre otras genialidades,

que me parece que viene a cuento. Dijo: “las enfermedades que escapan al

examen de los sentidos quedan sometidas al examen de la inteligencia”

Parece que este venerado maestro ya se hubiera percatado de que los

sentidos nos podían jugar algunas malas pasadas. Y está bien, porque eso

sucede con los sentidos. Si uno ve amaneceres y atardeceres, puede pensar

que es el sol, que gira alrededor nuestro. Y si uno introduce un bastón recto en

el agua, deja de ser recto, pero la razón es capaz de rectificar el bastón.

En realidad todas estar personas tuvieron además de muchas otras

virtudes, una en común: la inteligencia. Eran personas inteligentes, que es una

capacidad propia de la especie. Pero además de inteligencia tuvieron

capacidad crítica: no aceptaron lo que se les decía a pie juntillas, sino que se

empezaron a preguntar si sería efectivamente así. Se rebelaron con las

verdades reveladas, y empezaron a cuestionarse y a ejercer el viejo oficio

democrático de preguntar, de interrogar, de dudar, y así crecieron.

Además de inteligencia y capacidad crítica, esta gente también tuvo

coraje, porque se necesita coraje para cambiar lo que ya está establecido, lo

que se dice que debe ser así, y también necesitaron voluntad, esfuerzo

personal para cambiar lo que supuestamente era cierto para los demás, pero

no para ellos.

Hay muchísimos ejemplos de personas inteligentes, críticos, corajudos y

voluntariosos a lo largo de la historia. Pero como estamos en cuestiones

vinculadas a la madre y el niño, me parece que el ejemplo interesante de

considerar, sería el de Ignace Semmelweiss. Este obstetra supuso que la razón

por la cual muchas mujeres se morían en los hospitales de Viena en la primera

mitad del Siglo XIX, tenía que tener alguna razón, más o menos explicable.

Todos admitían las muertes de las mujeres sin hacer ningún esfuerzo, sin

echar mano de su raciocinio, de su capacidad crítica para ver qué pasaba. El

empezó a darse cuenta de que tal vez había alguna causa, y encontró una

sencillísima: los médicos no se lavaban las manos después de asistir las

autopsias , y las mujeres se morían de fiebre puerperal. Y trató de introducir el

sistema de que sencillamente se lavaran las manos.

Hoy esto parece una cosa fuera de discusión, pero en aquel tiempo, eso

le costó muchísimo.

Como dice el filósofo argentino Santiago Kovadloff: “modificar las

costumbres suele ser un gesto de insubordinación, que consiste en crear una

alternativa, otro significado para lo que parece inequívoco; pero crear una

verdad diferente no significa necesariamente que sea la mejor, es sólo

diferente. Para crear una alternativa, ser requiere infinita paciencia. Para

luchar contra los obstáculos que interpone el hábito y el prejuicio en el camino

de quien se atreve a modificarlos”.

En medicina, desde siempre hubo rutinas acríticas. Nosotros las hemos

definido como actividades, tareas o procedimientos riesgosos o perjudiciales,

dolorosos o molestos, de efectividad y eficiencia dudosas o nulas, con mala

relación costo/beneficio de acuerdo a la bibliografía basada en el método

científico, que sin embargo se aplican usualmente sin cuestionamientos, por el

mero hábito o costumbre de los miembros del equipo de salud, o por pautas no

revisadas, controladas o actualizadas.

Estas rutinas acríticas se instalan con mucha fuerza en la vida cotidiana,

echan raíces en muchos servicios de atención. En todas las organizaciones hay

reglas y normas que se cumplen más o menos, pero si a poco de andar las

reglas resultan no útiles, ineficientes, ineficaces, imprácticas, dolorosas,

perjudiciales, molestas, costosas, entonces estas reglas tienen que ser

cambiadas, modificadas o eliminadas.

Esto significa que, a lo mejor, haya que crear otras reglas, pero el punto

esencial, es que estas nuevas reglas, también estén sometidas a esta crítica

constante y revisión permanente, porque si no entramos en la categoría de las

anteriores, y nunca podemos avanzar.

En cuanto a medicina perinatal, ya en los controles prenatales , el equipo

de salud tiene ante sí una situación absolutamente inédita en medicina: es la

única vez que un equipo de salud se enfrenta con dos pacientes, simulando

que es uno solo. Es una persona, no un útero itinerante. Una persona con todos

los atributos que eso le confiere, y además, esa persona es la encargada de

permitir el crecimiento, la maduración de otra persona, que no vemos, pero

que está allí. Esta gente que atiende a estas dos personas suponiendo que

tiene una sola, tiene que considerar que está en una situación muy

privilegiada. Lo que tiene que hacer con esa paciente es asistirla, no

necesariamente tratarla.

Tiene que tener para con ella según se establece en las normas, una

orientación diagnóstico-terapéutica que sea precoz, periódica y completa,

además de universal. Completo implica que el examen es a una persona en

toda su integridad. En consecuencia, aquí se incluye todo lo que se vincula con

el trato. Es increíble que tengamos en este momento que disponer del tiempo

para hablar del trato entre las personas, pero es menester que se diga, porque

no se hace.

Esta persona tiene que ser –por parte del equipo de salud- cuidada,

apoyada, alentada. Yo diría que hasta se podrían generar en ella ciertos

sentimientos de orgullo por su condición de madre en ciernes. A mi me gustaría

escuchar a los obstetras diciéndole algunos piropos a las mamás. AL menos no

le va a hacer mal ese tipo de expresión.

Da la impresión de que no hay un enfoque demasiado humano sobre

esta cuestión, sino un enfoque escasamente técnico, y eso no es suficiente:

hace falta más.

En los servicios de atención perinatal, uno puede encontrar infinidad de

rutinas acríticas, y una muy buena cantidad de ciertas torpezas cotidianas en el

trato con la madre.

Es curioso porque estoy seguro de que muchísima gente que trata este

tipo de personas, conoce que el stress, la angustia y la ansiedad aumentan

ciertas sustancias (específicamente catecolaminas) que sabemos que tienen

un impacto negativo sobre la generación del trabajo de parto y sobre le flujo

sanguíneo hacia el niño. Sin embargo, no se aplica.

Con técnicas muy sencillas, simplemente con el trato cordial, podríamos

seguramente tener un impacto muy interesante sobre la evolución de este niño,

permitiendo que la madre esté con un acompañante, disminuyendo el sobre

uso de monitoreos, permitiéndole la deambulación, prescindiendo de toda

medicación innecesaria. Esta última cosa uno puede discutirla, si a veces es

necesaria cierta medicación o no, pero el resto de las cosas, no se pueden

discutir, es incuestionable. A nadie le va a hacer mal que lo traten bien, y que

le permitan ciertas cosas.

Durante el trabajo de parto, aparece el famoso “callate y pujá” . Eso lo

hemos visto todos. Algunas veces va acompañado de algunos condimentos,

agregados, como “no hagas la fuerza que te digo que hagas, y ya verás lo mal

que nace tu bebé”. Es una perversidad casi inconcebible, pero ocurre

realmente en la práctica diaria.

ME acuerdo que en el Centro latinoamericano de Perinatología, el Dr.

Roberto Cardiobarcia, tenía una frase muy linda: “cuanto más sabe el equipo

perinatológico, menos interviene en el proceso del parto” . Yo me animaría a

decir que cuanto más sabe el médico, tanto más chica es su receta. La

sabiduría está en relación inversa con la magnitud de la receta.

Lo que la madre necesita es asistencia, no tratamientos. Seguramente no

necesita goteos, infusiones, ayunos, inmovilizaciones, etc. Sino ASISTENCIA.

Hay una enormidad de rutinas acríticas, pero algunas están vinculadas

no solamente a cuestiones de diagnóstico y tratamiento sino a cuestiones de

ambiente. Ustedes deben haber visto en muchas oportunidades, los recién

nacidos con problemas de hipotermia en verano. Es por los aires

acondicionados que ponen los médicos para confort de ellos mismos, y se

olvidan de que el niño estaba en un tibio nido intrauterino, y tiene que

enfrentarse con el frío de una sala que está tal vez a 20 grados, cuando él

estaba a 36º. Esto no le hace bien a nadie.

Otra vez voy a recurrir a Hipócrates, que sabía del valor inmenso de la

semiología. El decía: “el examen debe hacerse en sitio confortable para el

paciente, por ejemplo, la luz es inofensiva para los que curan, pero no lo es, a

veces, para los que vienen a curarse”.

Este señor tenía muy en claro quién tenía la prioridad acerca del confort.

Y sabía bien quién era la estrella absoluta: el paciente: en este caso, el recién

nacido.

Cuando el niño nace, el pediatra-neonatólogo, toma al niño en sus

brazos, en una compresa ya lista para eso, y corre. Corre rápidamente, muy

rápido.

El destino es la mesa de recepción, donde están todos los elementos de

tortura. Podría vencer los 100 metros con obstáculos, porque tiene que vencer

al anestesista, a los equipos que tiene el anestesista; después tiene que hacer

un movimiento justo y preciso para abrir con la cadera la puerta vaivén que lo

separa de su destino, y además tiene que cuidarse muy bien de que no haya

ningún padre o abuelo imprudente que esté intentando mirar lo que pasa.

Una vez que llega a la mesa de examen, lo fricciona con una energía

inusitada. En esta tarea a veces lo ayuda la enfermera, y es una fricción a 4

manos. Entonces el niño llora. Esto es celebrado habitualmente, porque se

supone que el niño tiene que llorar. En realidad, el niño no tiene que llorar: tiene

que respirar, que es distinto. Seguramente por eso de que tiene que llorar, es

aquella imagen cinematográfica de la palmada en la cola, que no tiene

ninguna evidencia científica.

Después de que le ha hecho todas las fricciones, le introduce la sonda en

la boca, esófago y estómago, para aspirar las secreciones. Esta introducción

de la sonda se hace con frenético entusiasmo. Yo muchas veces les he

preguntado a los médicos si ellos alguna vez han sido sondados, y

generalmente me dicen que no, pero admiten que no debe ser nada grato,

sobre todo para alguien que está tratando de sobrevivir, de modificar

estructuras cardíacas, de respirar, de hacer un manejo apropiado de la

temperatura, en fin, de “transmundearse” , como decía Escardó.

Todas estas maniobras se hacen rápido, y por lo tanto, son bruscas,

entonces el niño llora más todavía, lo cual es celebrado para quien no conoce

la fisiopatogenia de la transición.

Después la rutina establece que tiene que haber un buen baño, como

para sacar todo el vérnix protector. Sigue llorando.

Después viene la vitamina K inyectable. Después se lo pesa, se lo mide, se

va anotando todo con mucha prolijidad, y después de esto, otra vez la sonda,

pero esta vez por vía rectal, porque hay que determinar la continuidad del

recto. Esta es una maniobra que es inútil en 4.999 casos, porque la incidencia

de la malformación es de 1 en 5000. Con un poco de observación uno puede

determinar esa situación con mucha mayor naturalidad.

Es difícil explicar esa idea de la urgencia en hacer todas estas cosas. La

única urgencia del niño es reencontrarse con su madre, esa es la auténtica

urgencia, sin embargo eso se deja para un segundo paso, cuando se deja.

Cuando los médicos y las enfermeras, y todos los miembros del equipo de

salud actúan de esta manera, están desperdiciando la oportunidad única e

irrepetible de constituirse en privilegiados espectadores de un momento

absolutamente trascendental. La madre y el niño se miran. La madre se acerca

mucho al niño, y nadie nunca le dijo que el niño tiene visión corta, sin embargo

ella sabe eso. Debe estar metido dentro de los genes de las mujeres, porque

ellas saben eso y se acercan mucho al niño. Le hablan con una voz más aguda

que la normal, porque es lo que el niño sabe oír mejor.

Lo tocan, al principio con un poco de prudencia, y después lo abrazan,

que es precisamente lo que el niño necesita.

Alguien imagina algún lugar más perfecto para la cabeza de un recién

nacido que el espacio que hay entre las mamas de una mujer?? La mujer,

mientras tanto, lo mira embelesada, y entonces uno realmente se da cuenta

de que es un privilegiado espectador de esa situación.

A mi me parece que aún aquellas personas que no son capaces de

conmoverse con otras cosas, se enternecen ante una imagen semejante. Es

difícil no enternecerse con esas miradas, que ahora sabemos que tienen

importancia para la bajada de la leche.

Si la madre tiene suerte, después de este reencuentro, no van a pasar

demasiadas horas hasta que vuelva a estar con si niño, porque la rutina exige

que deben ir separados a la internación conjunta. Hay un miedo reverencial a

que la madre se desmaye, es un mito, y entonces van separados. Cada uno

llega a ese lugar según las ganas, la disposición de los camilleros que llevan a

cada una de estas dos personas.

Todo esto es, si la institución y los médicos no consideran que tienen que

estar en un sector de observación. El sector de observación se llama así, porque

nadie nunca observa nada. Quienes propician ese tipo de sectores, deberían

observar, que la mejor observadora es la madre, no importa su nivel de

preparación: todas las madres, así como saben tantas otras cosas que nosotros

apenas intuímos, ellas también sabe hacer esto mucho mejor que la enfermera

más eficiente.

En la sala de internación conjunta, hay muchas personas a las que les

parece que hay que mantener ciertas reglas y cierto orden: nada de que el

niño esté en brazos de su madre porque se malcría. Pretenden que el niño que

acaba de nacer, tiene una capacidad intelectual como para hacer una

elucubración de tipo “voy a llorar para que asi me alcen”. Tiene que estar en

la cuna y portarse bien.

Es curioso que en estos últimos tiempos el niño tiene que dormir boca

arriba, pero si a la madre uno no le dice nada y la deja que lo tome con ella y

lo tenga con ella en la cama, lo va a tener abrazado boca arriba. La única vez

que lo va a poner boca abajo, es cuando lo ponga sobre su pecho, pero en

ese caso, no hay ningún problema respecto del síndrome de muerte súbita

infantil, porque el niño copia los movimientos de su madre y aprende de una

manera natural y formidable, a respirar y dormir al mismo tiempo, sin que esto le

genere ningún tipo de problemas.

En esta sala, después aparece la cuestión de la ictericia. El niño se pone

ictérico, pero no puede ser de otra manera, porque antes de nacer, tiene una

presión parcial de oxígeno circulando muy baja, así que tiene que formar

muchos glóbulos rojos para compensar la hipoxia. Pero cuando nace y tiene

mucho oxígeno, tiene que romper con muchos glóbulos rojos, y la única vía de

rotura es aumentar la cantidad de bilirrubina, así que uno no debe extrañarse

de que la cantidad de bilirrubina aumente en los primeros días.

Hay una especie de empecinamiento terapéutico en el tratamiento de

la ictericia fisiológica, pero tratarla es insensato, como tratar cualquier cosa

fisiológica, porque es normal. Cuando el niño tiene una ictericia fisiológica, no

está enfermo: está ictérico, que suelen ser dos cosas diferentes.

El médico adiestrado sabe la diferencia entre la ictericia fisiológica y la

patológica, y deberá hacer el tratamiento que corresponda, según sea o no

pertinente. Lo que también sabe el médico experto, es que cuando la

bilirrubina comienza a aumentar, tiene un comportamiento que uno puede

adelantar: es posible anticipar cómo va a comportarse la bilirrubina, de

manera que no hace falta hacer el análisis cada 6 u 8 horas. No tiene sentido

hacer punciones que son francamente dolorosas cuando no riesgosas.

Las rutinas acríticas en cuanto a la lactancia materna son infinitas. Desde

el temor reverencial a la hipoglucemia, pasando por la aplicación de horarios

fijos para la alimentación. El niño cuando acaba de nacer, no tiene hambre,

está recuperándose del stress del nacimiento, así que no quiere comer como

quiere la enfermera que coma. Y en cambio después quiere comer a cada

rato, cada media hora, y la enfermera dice que no, que tiene que comer cada

cuatro. No tiene sentido.

La otra rutina muy generalizada es la que dice que algunas madres no

tienen suficiente leche. Como todos sabemos, todas pueden si son mujeres, y si

han sido bendecidas por la maternidad. La lactancia forma parte del proceso

de la reproducción, no son cosas separadas. Es la culminación del proceso de

la reproducción. Así que si una madre pudo gestar y parir, no puede no

amamantar. Es el mismo proceso.

Todas pueden si son estimuladas, si no son presionadas para que

introduzcan alimentos impertinentes, que no tienen ninguna necesidad de ser

introducidos, y sobre todo si tienen un niño hambriento que envía mensajes

constantemente al cuerpo de la madre para que ella fabrique la leche a la

hora justa, a la temperatura exacta y en la cantidad necesaria.

Imaginemos que el mundo hubiera inventado el producto ideal para

amamantar a todos los bebés. Imaginemos también que ese producto

estuviera al alcance de todos, que no requiriera almacenamiento ni

distribución, y que ayudara a las madres a planificar su familia y disminuyera al

mismo tiempo el riesgo de cáncer. E imaginemos que el mundo se negara a

aprovecharlo.

Hacia el fin del siglo XX, de descubrimientos e invenciones in

precedentes, en una época en que los científicos descubren el origen de la

vida, la situación descripta no es, lamentablemente, ficticia. El producto ideal

ES la leche materna, a la que todos tenemos acceso al nacer, y a la que sin

embargo no estamos aprovechando.

Es una paradoja casi increíble que se vincula con esta sociedad de

consumo en la que estamos todos inmersos, que valora más lo sofisticado que

lo natural y que no cuesta nada. Que tiene presiones comerciales, que

necesitan consumidores, y estas presiones suelen ser a veces más importantes

que las presiones de la gente que sabe, y de la gente que orienta, y a quien le

interesa la salud auténticamente.

Seguramente todos ustedes asistieron a muchas ceremonias de

casamientos religiosos, en las que el oficiante hace mención de las bodas de

Caná, donde la Virgen María le pide a su hijo que haga algo porque faltaba el

vino, entonces se produce el milagro de la transformación de agua en vino.

En este mismo instante, en millones de lugares, millones de madres están

transformando aceitunas, achicoria, galletitas, en leche, en la mejor leche

posible, llevando a cabo un milagro cotidiano y permanente, que no cesa, y

que no estamos aprovechando.

En esta aventura de la humanidad, parece que a alguien se le ocurrió

que la vaca podía disputarle a la mujer su privilegio de alimentar a sus niños, y

también que se podía crear un artefacto como para tener a los niños no en

brazos de su madre, sino en el bebesit, un aparato de tela y alambre.

Pero cuando el niño no está en contacto con su madre, pierde la

oportunidad de establecer con ella el lenguaje de la piel, que es excitante y

sedante al mismo tiempo.

También se inventó el látex, con la idea de asimilarse a un pezón

materno. No les salió nada bien, porque no se parece en absoluto. Ningún

proceso industrial, por más inteligente que sea, va a poder jamás ni siquiera

parecerse a la calidad de la leche de las madres, de cualquier madre, de

todas las madres. Ya sea una saludable rubia y alta vikinga, que nace en

Noruega, o una morena petisita, pobre desnutrida en el Africa. La leche sigue

saliendo de buena calidad, aún en circunstancias extremas, incluso de

desnutrición, y hay múltiples evidencias al respecto.

Toda esta actividad médica tiene que estar vinculada con evidencias y

argumentos, porque nosotros estamos trabajando nada menos que con la vida

de las personas. La tecnología ha aportado unos avances increíbles. Yo

pertenezco a la generación de médicos que asistíamos a niños con problemas

de enfermedad hemolítica y hacíamos un promedio de dos

exanguineotransfusiones por día. Esa enfermedad prácticamente está

acabada, y eso es gracias a la tecnología que se impuso. También hay una

inmensa cantidad de pacientes muy pequeños, muy inmaduros, que antes

estaban desahuciados o condenados a una cantidad enorme de secuelas,

que ahora se recuperan bien, todo en base a la tecnología. Pero no hace falta

usar SIEMPRE toda esa tecnología, si no cuando hace falta, nada más.

Antes de existir un monitor, había (y hay)un estetoscopio. Una ecografía

prenatal no sustituye a las manos experta de un obstetra. Las baterías de

análisis-que son métodos complementarios- no pueden sustituir un examen

minucioso y sustancioso de un médico clínico experto.

Todos esos son métodos complementarios, y no pueden sustituir a la

actividad médica orientada al diagnóstico y al tratamiento.

Pero también las tecnologías apropiadas se vinculan con aspectos

epidemiológicos. Aquellos servicios que no hacen el análisis epidemiológico,

están cometiendo rutinas acríticas, porque hay que hacerlos para darse

cuenta de cómo está trabajando uno. En un servicio de neonatología donde

se interna más de un 15% de los recién nacidos, hay un problema: o la

obstetricia es muy mala, o hay un sobrediagnóstico pediátrico, porque no

existe una situación en la cual la internación de los niños pueda superar ese

porcentaje.

Todas las tecnologías apropiadas se vinculan también con ese trato

cordial del que hablamos al comienzo, y con palabras apropiadas.

Últimamente hay mucho temor a los juicios de mala praxis. Los expertos

en prevenir estos contenciosos jurídicos establecen que la mejor forma de

evitarlos es hacer un trato cordial con el paciente y explicarle con palabras

sencillas, que entienda todo el mundo.

Hipócrates decía: “es fundamental que el que hable de este arte, diga

cosas inteligibles para los profanos; Si se falla en hacerse comprender por ellos,

se está fuera de la realidad”.

Qué hace que un médico no emplee palabras adecuadas cuando trata

con sus pacientes que son profanos? Es incapacidad idiomática o hay algún

deseo subconsciente de establecer claramente quién tiene la hegemonía del

conocimiento?

Si de verdad nosotros queremos curar a nuestros pacientes, o por lo

menos aliviarlos, o aunque sea consolarlos (que son las tres alternativas que

ofrece la medicina) entonces vamos a tener que usar nuestros sentidos y la

razón.

Hay un enfoque universitario que privilegia la patología complicada por

sobre las otras cuestiones sencillas. Hay como una especie de sensación de

que las cosas que sabe la gente, no deberíamos saberlas nosotros. Pero hay

mucha gente que sabe muchas cosas más que nosotros. Nosotros estamos

aprendiendo permanentemente de la gente muchas cosas que no sabemos.

La otra cosa es la incapacidad de adiestramiento permanente. La gente

no se pone a estudiar mucho. No hay una capacitación permanente,

entonces es más fácil seguir con lo que se venía haciendo, que se supone que

está bien establecido, que debe ser así, entonces, qué vienen a decir estos de

que hay que lavarse las manos, que hay que hacer ciertas cosas, o el trato

cordial? Es ignorancia, porque esto del trato curiosamente se piensa que si se le

dice “callate y pujá”, el parto se va a hacer más pronto, y es exactamente al

revés. Son situaciones que complican y retrasan un proceso normal de parición.

Hay otra cosa más, y es que hay una presión muy importante por parte

de los fabricantes de tecnologías. Cuanto más sofisticada la tecnología, tanto

mejor, y esta presión maximiza las virtudes y morigera los defectos, entonces la

gente se engancha fácil con eso. En muchos servicios de recién nacidos, el jefe

del servicio insiste hasta la muerte ante las autoridades, para que le compren

los equipos respiradores, cuando hay muchas cosas antes que esa, que los

médicos no hacen. Antes de comprar el surfactante pulmonar, que es carísimo,

hay que hacer muchas otras cosas. No se puede empezar por lo más

complicado sin hacer cimentado antes el edificio que puede mejorar esta

situación.

(pregunta sobre episiotomías)

La episiotomía no ha demostrado que tenga un efecto profiláctico

respecto de los prolapsos. Más aún, hay un incremento de los desgarros

perineales en las segundas gestas de mujeres a quienes se les sometió a

episiotomía en la primera gestación. No es una indicación precisa, es una

rutina que es muy resistida.

Hay una cantidad enorme de resistencias muy fuertes, como la posición

para parir. Sé de servicios donde se prohíbe el parto vertical.

En CLACYD (Córdoba) se determinó que en los hospitales públicos, la

cantidad de cesáreas era del 16% y en el ámbito privado, del 43%. Esto no tiene

ninguna relación con lo que está indicado desde el punto de vista médico.

Doctor, viene de “docere” que quiere decir enseñar. Tenemos que

enseñarles a los pacientes.

(pregunta sobre relación en oxitocina y bilirrubina patológica)

Hay una relación causal: más oxitocina = más ictericia, pero esta

producción de bilirrubina no es demasiado importante, así que no puede

decirse que la bilirrubina sea debida a la oxitocina que recibió la madre.

Una tecnología apropiada puede transformarse en una rutina acrítica y

viceversa. Poner glucosa a un niño con hipoglucemia es una tecnología

apropiada, pero ponérsela cuando hay apenas una sospecha sin demostrarla,

es una rutina acrítica.

viernes, 23 de octubre de 2009


DOCUMENTAL: Calláte y Pujá, Rutina de Parto. Dirección: Sonia Cavia y Eduardo Díaz Cano

Derechos primeros
"Callate y pujá" es el primer video de Dando a Luz, una asociación que reúne a madres, parteras y obstetras que buscan que el parto y el nacimiento sean una forma más amorosa y menos violenta de llegar al mundo.

por Sandra Chaher


Primer plano de la vagina de una mujer en la camilla de parto. La bata celeste, las piernas atadas. Manos que tajean la piel, sacan al bebé del vientre y cortan el cordón. Música ritual de tambores nerviosos y una voz en off: "Esta mujer tiene derecho a ser tratada con respeto y amor; a decidir qué se hace con su cuerpo; a estar acompañada de una persona de sus afectos; a elegir libremente la posición que prefiera para parir; a expresar sus emociones y necesidades; a permanecer con su hijo desde el instante del nacimiento".
Imagen de un bebé recién nacido sobre una mesada. Manos que le tocan los labios, lo estiran, le ponen tubos de plástico en la boca, la nariz, el ano, y sobre los ojos una sustancia plateada que lo hace llorar. Le dan una inyección, lo bañan y peinan con fruición. Voz en off: "Este niño tiene derecho a permanecer en el pecho de su madre desde el nacimiento, a ser tratado con respeto y amor, a no ser objeto de prácticas y procedimientos rutinarios invasivos y muchos innecesarios, como el corte inmediato del cordón, la aspiración de secreciones, la sonda nasogástrica, la sonda anal, la vitamina K inyectable y el nitrato de plata en los ojos; a respetar sus tiempos de encuentro con su mamá y su familia. No hay ningún apuro para pesarlo, medirlo, ni bañarlo".
Cuatro minutos nada más. Cuatro minutos de alto impacto. Si el tratamiento de las imágenes y el texto no fueran tan asépticos, Callate y pujá podría ser catalogado como un video sensacionalista.
Pero no, y además las imágenes son reales, fueron tomadas hace menos de un año en un hospital de la provincia de Buenos Aires, casi clandestinamente.
No se muestra la cara de quienes intervienen en el parto y en las rutinas del bebé. Sólo los actos. Actos que dos textos impresos aclaran que son violatorios de la Convención de los Derechos del Niño y no respetan recomendaciones de la OMS.
Callate y pujá es el primer video de Dando a Luz, una asociación que reúne a madres, parteras y obstetras que buscan que el parto y el nacimiento sean una forma más amorosa y menos violenta de llegar al mundo. Sus realizadores son Sonia Cavia y Eduardo Díaz Cano. Sonia es, formalmente, la presidenta de Dando a Luz, pero sobre todo es kriptonita en envase de mujer. Práctica, concreta, de las que van a los bifes, es el centro sinérgico de una entidad que se volvió un referente en su área en menos de un año. A comienzos de 2001 la lanzaron con una actividad mínima: un encuentro mensual para quienes quisieran conocer sus derechos en el parto y el nacimiento. Se resistían a aceptar la inercia de las "rutinas": episiotomías, peridurales, separación de madre e hijo, etc. Y había campo fértil. La ciencia ya no es reina; ahora el amor, el respeto al dolor, en fin, las emociones, se filtran como
mercurio entre bisturíes y fármacos, y los poros de instituciones y especialistas se abren de a poco. Dando a Luz hoy también da cursos en colegios, trabaja en la concientización de los agentes de salud y... en el caldero mental de Sonia fermentan mil ideas más.
Callate y pujá fue producto de la casualidad, dice esta mujer de 33 años obsecada y persistente, madre de Serena, una beba "superpoderosa" que motivó la potencialización cualitativa de su propio sentido del poder,"sentía que podía hacer lo que quería, tenía fuerza. Antes de Serena no tenía idea de lo que quería hacer con mi vida". Varias mamás que parieron para la misma época que Sonia dieron forma a Dando a Luz a comienzos de 2001. Y en agosto, ella estaba en la isla de edición de un amigo, Eduardo, tratando de editar entrevistas con sus compañeras de parto y sus familias para armar un video que concursaría en un festival de derechos humanos. No le encontraba la vuelta hasta que en una noche iluminada decidió que lo haría sólo con las imágenes del hospital. Eduardo coguionó el material y en tres noches salió Callate y pujá. Fue premiada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos "por su contundente búsqueda estéticoexpresiva puesta al servicio de
derechos inalienables del ser humano", y elegida mejor documental en el Concurso Nacional de Video Independiente Cipolletti 2001.
-Me costó mucho incluir las imágenes del bebé, porque la mayoría de los papás y mamás no saben qué les hacen a sus hijos cuando se los llevan. Yo misma me enteré de muchas de las prácticas viéndolo. Pero me parecía necesario para que empecemos a preguntar. El nitrato de plata, por ejemplo, no debería usarse porque durante un rato el bebé no puede ver, y existe un antibiótico que cumple la misma función, pero como es más caro los hospitales no lo tienen, y algunas clínicas tampoco. De todas formas creo que el tema trasciende las rutinas, tiene que ver con el amor y el desamor.
Aun reconociéndose principista al extremo -"porque creo que hay cosas que deben ser de una manera y no de otra; los derechos de la madre y del hijo, por ejemplo, son una cuestión de justicia, me parece muy loco que suene idealista que se cumplan tus derechos constitucionales"-, Sonia admite que en este último año aprendió "a construir desde un lugar más pacífico. No hacer la denuncia inmediata: 'Vos sos un violador de los derechos humanos', sino primero tratar de ver qué pasa. Si yo no quiero que penalicen, tampoco tengo que penalizar. Encontramos a personas dentro del sistema de salud que trabajan por lo mismo que nosotros. No creo que sea gratis para ningún profesional trabajar como lo hacen".
También este año empezó a estudiar cine documental en la Universidad de las Madres. Desde chica hizo trabajo social y muchas veces en formato visual.
Callate y pujá es retomar ese camino desde un tema que hoy la conmueve profundamente. Al final del video aparece un texto: "La violencia ejercida en cada nacimiento sigue sembrando la violencia en el mundo". Pero ¿qué pasa después? ¿Un nacimiento más amoroso es garantía de buena crianza? "Es cierto, no son familias necesariamente ideales, el vínculo con los hijos
siempre es complejo", admite con sentido común, pero su constancia para perseguir valores es más fuerte: "Si un chico tiene derechos desde que nace porque sus padres se ocuparon de eso, para mí empezamos a construir otra historia del mundo. Cada día estoy más convencida de eso".





El Nacimiento y los orígenes de la violencia, de Michel Odent.-

El nacimiento y los orígenes de la violencia


¿Qué elegimos: prevención de la violencia o desarrollo de la capacidad de amar? ¿En qué invertimos?

Cuando acudimos a la biografía de grandes figuras de la humanidad que comúnmente asociamos con el amor, como pueden ser Venus, Buda y Jesús, se nos presenta la manera en que tuvo lugar su nacimiento como una fase muy importante, como un momento crítico en el desarrollo de sus historias vitales. Por contra, la biografía de personajes famosos, políticos, escritores, artistas, científicos, gente del mundo de los negocios y sacerdotes suele comenzar describiendo detalles de la infancia y educación. ¿Podría indicar esta notable diferencia entre ellos que el nacimiento es un momento crucial en el desarrollo de nuestra capacidad de amar?

Las ciencias biológicas de los años 90 nos enseñan que es la primera hora que sigue al nacimiento la que conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar. Durante el proceso del nacimiento, segregamos una serie de hormonas que permanecen en los sistemas corporales tanto de la madre como del bebé justo después del nacimiento. Ambos, la madre y el bebé, se encuentran entonces en un equilibrio hormonal cuya duración tiene una naturaleza vital corta y que, además, no volverá a presentarse en el futuro. Si consideramos las funciones de estas hormonas y el tiempo que tardan en ser eliminadas por parte de nuestro organismo, entenderemos entonces que cada una de estas diferentes hormonas cumple exclusivamente un papel igualmente diferenciado en la interacción madre-bebé.

Son estas mismas hormonas las que funcionan en cualquiera de los aspectos relacionados con lo que conocemos como amor. Datos recientes que van aportando diferentes ramas de la literatura científica vienen a presentar, en esta línea, una nueva visión de la sexualidad. Existe una hormona del amor al igual que también contamos con un sistema de recompensa que opera cada vez que, como animales sexuales que somos, hacemos algo que es necesario para la supervivencia de la especie.

«La primera hora que sigue al nacimiento conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar»

La oxitocina se encuentra en medio de cualquier aspecto relacionado con el amor. Primeramente es secretada por una primitiva estructura de nuestro cerebro llamada hipotálamo; posteriormente pasa a la glándula pituitaria posterior desde donde, bajo circunstancias específicas, es liberada repentinamente en el torrente sanguíneo. Hasta hace bien poco, venía sosteniéndose que la oxitocina era un tipo de hormona característica del sexo femenino cuyo único papel consistía en estimular las contracciones uterinas durante el trabajo de parto y el parto, así como las contracciones del pecho durante la lactancia. Hoy se sabe que la oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y que se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual.

Función de la oxitocina en la excitación sexual

Hace muy poco que ha salido a la luz la función de la oxitocina durante la excitación sexual y el orgasmo. Esto, tras innumerables experimentos con oxitocina en ratas y otros animales de laboratorio. Por ejemplo, cuando se inyecta la oxitócica a aves domésticas de corral y palomas, la mayoría, un minuto después de la inyección, empieza a moverse a ritmo de vals, a agarrarse unos a otros por las crestas y a montarse. Hace ya décadas que viene utilizándose la oxitocina con animales en cautividad con fines relacionales. Es ahora cuando contamos con estudios científicos que muestran los niveles de oxitócica durante el orgasmo en los humanos. El equipo [de investigación] de Mary Carmichael de la Universidad de Stanford en California ha publicado un estudio en el que se tomaron medidas de los niveles de oxitocina entre hombres y mujeres durante la masturbación y orgasmo. Estas mediciones se realizaron por medio de muestras de sangre recogidas continuamente a través de un catéter fijo en vena (1). Los niveles obtenidos antes del orgasmo, durante la estimulación, resultaron ser superiores entre las mujeres que entre los hombres. Ciertamente, ya eran superiores durante la segunda fase del ciclo menstrual en comparación con la primera fase. También las mujeres presentaban niveles significativamente superiores que los hombres durante el orgasmo; de la misma forma, las mujeres multiorgásmicas obtenían un pico más elevado durante el segundo orgasmo. En el orgasmo masculino, la oxitocina ayuda a inducir las contracciones de la próstata y las bolsas seminales. El efecto inmediato que conlleva la liberación de oxitocina durante el orgasmo femenino es el de inducir el tipo de contracciones uterinas que ayudan a transportar el esperma hacia el óvulo. Existen datos de estos hechos datados ya en 1961 aportados por dos médicos americanos y obtenidos durante una operación ginecológica. Ocurrió cuando, antes de realizar la incisión abdominal, fueron introducidas partículas de carbono en la vagina de la mujer, cerca del cérvix, a la vez que le era administrada una inyección de oxitocina. Luego, encontraron partículas de carbono en las trompas de Falopio (2).

«La oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual»

Margaret Mead, tal y como han hecho muchos antropólogos, se percató de que, en muchas sociedades, el papel del orgasmo femenino había sido totalmente ignorado, considerando que no cumplía función biológica alguna (3). En el mismo estadio de desarrollo de las ciencias biológicas, Wilhelm Reich fue incapaz de relatar cuál era exactamente el papel del orgasmo femenino (4). Hoy en día, con los datos de los que disponemos, podemos mostrar una visión completamente nueva del orgasmo femenino.

La hormona del amor altruista

Sabemos que cierto nivel de oxitocina es necesario durante el proceso del nacimiento, y los obstetras han venido siendo conscientes de ello desde hace bastante tiempo. Sin embargo, no es hasta la actualidad cuando nos interesamos por la cantidad de oxitocina que es liberada justo después de que el bebé ha nacido. La importancia de este pico es especialmente relevante cuando lo ligamos a nuestro reciente conocimiento de que la oxitocina puede inducir a la conducta maternal. Cuando la inyectamos en el cerebro de una rata virgen o una rata macho, se vuelve maternal y comienza a cuidar a los cachorros. En el caso opuesto, si inyectamos un antagonista de la oxitocina directamente en el cerebro de las madres ratas justo después del parto, no prodigan una gran atención a sus crías. Puede decirse que uno de los mayores picos de secreción de la hormona del amor que acontece en la vida de una mujer se da justamente tras el nacimiento, siempre y cuando éste transcurra sin que medien hormonas de sustitución administradas a la madre durante el parto. Parece que el feto también libera oxitocina, lo cual contribuye al comienzo del trabajo de parto a la vez que puede configurar la propia capacidad del bebé para liberar la hormona del amor.

«La oxitocina está presente en la leche humana; es decir, el bebé que es amamantado absorbe cierta cantidad de la hormona del amor a través del tracto digestivo».

En este mismo sentido, estamos en estos momentos conociendo más acerca del papel de la oxitocina en la lactancia. Se ha comprobado el hecho de que cuando una madre oye una señal de su bebé con hambre, se produce un aumento en los niveles de oxitocina, por lo que podemos establecer un paralelismo entre la excitación sexual que comienza antes de que exista cualquier tipo de contacto físico. Tenemos entonces niveles igualmente elevados de oxitocina liberados por una madre en el momento en el que el bebé mama que durante un orgasmo, lo que constituye otro paralelismo entre estas dos situaciones en la vida sexual. Aún más, la oxitocina se encuentra presente en la leche humana. Dicho de otro modo, el bebé que es amamantado absorbe cierta cantidad de la hormona del amor a través del tracto digestivo. Y cuando nos encontramos compartiendo una comida con más personas, también incrementamos nuestros niveles de oxitocina. La única conclusión posible es que la oxitocina es una hormona altruista, una hormona del amor.

Así, cualquier episodio de la vida sexual se caracteriza por la liberación de una hormona altruista, y esto también se refiere a la liberación de sustancias morfina-like. Este tipo de endomorfinas actúan como hormonas del placer y como analgésicos naturales. Durante el acto sexual se liberan niveles altos de endomorfinas, por lo que para la personas que padecen de migraña, las relaciones sexuales se convierten en un remedio natural contra ese dolor de cabeza. Existe al respecto mucha documentación acerca del uso por parte del organismo de estas sustancias en diferentes tipos de animales.

«En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, y a la inversa, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento probablemente influye en otros aspectos de nuestra vida sexual»

Pongamos como ejemplo el caso de lo hámster y las betaendorfinas, cuyos niveles en sangre aumentaron en 86 veces en ejemplares machos después de la quinta eyaculación en comparación con los animales del grupo de control. En esta misma línea se han realizado estudios en humanos que profundizan en el papel de la liberación en sangre de endorfinas durante el trabajo de parto y el parto. Como consecuencia de estos nuevos estudios, ha salido a la luz el tema del dolor y si éste es psicológico o resultado de condicionamientos culturales, asunto que ha formado parte del debate con argumentos que podemos situar en hace 40 años. Hoy por hoy damos por aceptado el concepto de dolor psicológico, aunque también existe un sistema de compensación cuya finalidad es regular el uso de sustancias opiáceas naturales por parte del organismo humano. Ése es sólo el comienzo de una larga serie de reacciones. Por ejemplo, las betaendorfinas liberan prolactina, una hormona que le da el toque final a la maduración de los pulmones del bebé y que es igualmente necesaria para la secreción de la leche materna. También la oxitocina ayuda en este caso a la subida de la leche.

Este aparentemente simple hecho de liberación de endorfinas durante el proceso del nacimiento nos dice que en los 90 no podemos ya separar el estudio del dolor del estudio del placer, dado que el sistema que nos protege del dolor es el mismo que nos produce el placer. Durante el parto y nacimiento, el bebé libera sus propias endorfinas, de lo que se deduce que, en la hora siguiente al nacimiento, tenemos a una madre y a un bebé impregnados de opiáceos. Es entonces cuando se establece esa relación de apego o vínculo, ya que los opiáceos crean un estado de dependencia. De igual manera, cuando los individuos de una pareja sexual se encuentran uno junto al otro e impregnados de opiáceos, se crea otro tipo de dependencia muy similar a la relación de apego entre una madre y su bebé. Teniendo en cuenta que la lactancia es necesaria para la supervivencia de los mamíferos, no sorprende advertir

que existe un sistema interno de recompensa que anima a la madre a dar el pecho. Cuando una madre amamanta, en veinte minutos alcanza el nivel máximo de endorfinas; así, al bebé le ha recompensado la crianza desde que la leche humana contiene endorfinas. Éste es el motivo por el que algunos bebés se muestran como “elevados” después de mamar.

«Durante el acto sexual se liberan niveles altos de endomorfinas, por lo que para la personas que padecen de migraña, las relaciones sexuales se convierten en un remedio natural contra ese dolor de cabeza»

Nuestros conocimientos acerca de las endorfinas es aún muy reciente. Hace sólo 20 años, Pert y Snyder publicaron un artículo histórico en la revista Science donde revelaban la existencia de células sensibles a la recepción de opiáceos en el tejido nervioso de los mamíferos. Entonces, si el sistema nervioso humano contiene células sensibles a los opiáceos, podríamos pensar que el cuerpo humano es capaz de producir alguna sustancia o sustancias muy similares a las que segrega el opio (5). En cuanto se entiendan por completo estos datos científicos publicados, dispondremos de una nueva base de la que partir a la hora de afrontar temas como la relación entre el placer y el dolor, el comportamiento masoquista y sádico, la filosofía del sufrimiento, el éxtasis religioso y los sustitutos de la satisfacción sexual, por citar sólo unos pocos temas a modo de ejemplo.

«Durante el parto y nacimiento, el bebé libera sus propias endorfinas, de lo que se deduce que, en la hora siguiente al nacimiento, tenemos a una madre y a un bebé impregnados de opiáceos»

Tanto la oxitocina, hormona del amor, como las endorfinas, hormona del placer, forman parte de un complejo equilibrio hormonal. Pongamos como ejemplo un caso de liberación de oxitocina de modo repentino. De acuerdo a un equilibrio hormonal, podemos dirigir la necesidad de amar en direcciones diferentes. En el caso de una madre con niveles altos de prolactina, ésta, en su trato con el bebé, tiende a concentrar su capacidad de amar hacia su bebé. Cuando los niveles de prolactina son bajos, como ocurre normalmente en los casos de madres que no dan el pecho, el amor es dirigido entonces hacia una pareja sexual, y es que la hormona necesaria para la secreción de la leche materna, la prolactina, disminuye el deseo sexual. Cuando un hombre tiene un tumor por el que segrega prolactina, el primer síntoma es la impotencia sexual. Los fármacos “antiprolactina” pueden ser inductores de sueños eróticos.

Es bien conocido el hecho de que, entre muchas especies de mamíferos, la madre que amamanta no es receptiva al macho. Es más, en muchas sociedades tribales, hacer el amor y amamantar son actos considerados incompatibles. Podemos decir que desde el advenimiento del modelo grecorromano de monogamia estricta viene dándose una cierta tendencia a reducir dar el pecho por medio de esclavas, nodrizas, leches animales o preparados lácteos.

Adrenalina y contacto visual

Existen hormonas que inhiben ciertos episodios de la vida sexual, hormonas de la familia de la adrenalina que son liberadas cuando los mamíferos tienen miedo o sienten frío. Este tipo de hormonas, denominadas “de emergencia”, son las que nos proveen de la energía necesaria para protegernos en caso de lucha o de huida. En el caso de una hembra mamífero amenazada por un depredador potencial cuando ésta se encuentra pariendo, este tipo de adrenalina permite a la madre posponer el proceso del nacimiento, parándolo y retrasando ese momento con el fin de impulsar a la madre a lucha o huir del peligro. Es bien sabido por los ganaderos que es imposible ordeñar a una vaca asustada.

Ahora bien, los efectos de la adrenalina durante el proceso del nacimiento prueban ser más complejos en este caso. Ambos, la madre y el bebé, experimentan picos de adrenalina durante las ultimísimas contracciones que preceden al nacimiento. Con ello se permite y facilita a la madre estar alerta cuando nace el bebé; además, para los mamíferos supone una ventaja añadida, ya que liberan energía suficiente para proteger al recién nacido. Otro de los efectos derivados de tal cantidad de adrenalina disponible en el organismo del feto es que, igualmente, éste entra en el nacimiento en estado de alerta, con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas, de ahí la fascinación de las madres por la mirada de sus criaturas recién nacidas. Aparentemente, este contacto visual representa para los humanos una piedra de toque fundamental en el comienzo de la relación madre-bebé. Hemos de destacar en este punto que las hormonas de la familia de la adrenalina, tan generalmente relacionadas con la agresión, cumplen un rol muy específico en la interacción madre-bebé durante la hora siguiente al nacimiento.

El cerebro primitivo

En los seres humanos, el principal órgano en funcionamiento durante cualquier actividad sexual es el cerebro. Las ciencias biológicas modernas ven el cerebro como una glándula primitiva que secreta hormonas, pero sólo las primitivas estructuras del cerebro y las que rodean al hipotálamo –aquéllas que compartimos hasta con los mamíferos más primitivos– están activas durante la relación, el nacimiento y la lactancia. Los humanos tenemos un neocórtex –estructura cerebral recientemente descubierta– que alberga al intelecto sobre y alrededor de la estructura cerebral primitiva. Cuando este cerebro racional es sobreestimulado, tiende a inhibir la acción del cerebro primitivo. Durante el proceso del nacimiento, hay una etapa en la que a la mujer de parto le da la

sensación de estar en otro planeta; para llegar a ese “otro planeta”, ha tenido que cambiar su nivel de conciencia reduciendo la actividad del neocórtex. Y al contrario, durante el proceso del nacimiento y cualquier experiencia sexual, una estimulación del neocórtex tiene un efecto inhibitorio: una conversación lógica, sentirse observada, luces fuertes, etc. Hay pocas parejas que puedan hacer el amor si se sienten observadas o si sus neocórtex se encuentran estimulados por luces fuertes o pensamientos lógicos.

Resulta irónico que los mamíferos no humanos, cuyo neocórtex no está tan desarrollado como el nuestro, cuenten con una estrategia para dar a luz en privado. La sensación de seguridad es un requisito previo para mantener el estado de privacidad. Para uno sentirse seguro, antes debe de sentirse protegido. Recordemos que las primeras comadronas eran normalmente las madres de las mujeres que estaban dando a luz. Otras comadronas que sustituían a la figura materna debían ser, sobre todo, personas protectoras.

«Durante el proceso del nacimiento, hay una etapa en la que a la mujer de parto le da la sensación de estar en otro planeta; para llegar a ese “otro planeta”, ha tenido que cambiar su nivel de conciencia reduciendo la actividad del neocórtex»

Tratar la sexualidad como un todo supone tener en cuenta muchas implicaciones. En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, y a la inversa, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento probablemente influye en otros aspectos de nuestra vida sexual.

Es necesario un completo trabajo para estudiar estas correlaciones, las cuales están basadas en muchos textos antropológicos de la muy reciente y moderna etnología, como el trabajo de Malinowski The Sexual Life of Savages (7) y los estudios de Margaret Mead. Nos encontramos con las mismas correlaciones cuando comparamos las últimas estadísticas relacionadas con el nacimiento del s. XX en los países de Europa: los nacimientos son más fáciles en Suecia que en Italia.

Por supuesto, amor y sexualidad no son sinónimos. Nadie puede definir el amor, ni nadie puede analizar con precisión los distintos tipos de amor. La última forma de amor entre los humanos debería de ser el amor a la Naturaleza, un gran respeto hacia la Madre Tierra. Durante la primera hora que sigue al nacimiento, el primer contacto del bebé con su madre es un período crítico en el desarrollo de la capacidad de respeto a la Naturaleza. Debe de existir algo en común entre la relación con la madre y la relación con la Madre Tierra. Debe de haber algunas, muy pocas, culturas en la que no exista excusa alguna para interferir en el primer contacto entre la madre y el bebé. En estas culturas, la necesidad de dar a luz en la intimidad siempre se ha respetado, culturas que se han desarrollado en sitios donde los humanos tenían que vivir sus vidas en armonía con el ecosistema, donde resultaba una ventaja desarrollar y mantener el respeto hacia la Madre Tierra.

Cuando el proceso del nacimiento se vea como un período de suma importancia en el desarrollo de la capacidad de amar, ocurrirá la revolución en nuestra visión de la violencia.

Michel Odent

Publicado en la Revista Ostare nº 7, invierno 2002 (pp.46-50)

www.obstare.com

BIBLIOGRAFÍA

1. Carmichael, M.S., Humber, R., et al., (1987): Plasma oxytocin increases in the human sexual response. J. Clin. Endocrinol. Metab. 64: 27. 2. Egli, G.E., Newton, M. (1961): Transport of carbon particles in human female reproductive tract. Fertility and Sterility, 12: 151-155. 3. Mead, M. (1948): Male and Female. New York, William Morrow and Co. 4. Reich, W. (1968): The Function of Orgasm. London: Panther Books. 5. Pert, C.B. and Snyder, S.H. (1973): Opiate receptor: A demonstration in nervous tissue. Science 179: 1011-1014. 6. Odent, M. (1987): The foetus ejection reflex. Birth 14:104-105. See also Odent, M. (1991). Fear of death during labour. J.of Reproductive and Infant Psychology, 9:43-47. 7. Malinowski, B. (1919): The Sexual Life of Savages. New York, Harvest Books.

jueves, 22 de octubre de 2009


Los Portadores de Sueños, de Gioconda Belli.

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.


Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.


Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.


Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.


Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.


Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.


Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban y los hacían correr y hablar.


De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.


Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.

Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales tuvieron algo que ver con esto,
la verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.


Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.


Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.


Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.


Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.


Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.


Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.


Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.


Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Michel Odent


Mamíferos Ejemplares- Michel Odent

Mamíferos ejemplares

Michel Odent, pionero en los años ’70 de lo que hoy se conoce como parto humanizado –con menos intervención médica y pleno protagonismo de la parturienta–, discute ahora ese concepto: mejor sería “animalizar” ese momento para que las hormonas hagan su proceso. De paso por Buenos Aires para presentar su último libro, relaciona la supervivencia de la especie humana con el modo en que llegamos al mundo.


Por Roxana Sandá

–¿La única forma de explicar el parto es comprendiendo que somos una especie mamífera?


–La prioridad es, justamente, que todos los mamíferos tienen necesidades comunes. Todos necesitan sentirse seguros para parir, y la adrenalina asociada al miedo impide la liberación de oxitocina, la hormona clave del parto. A partir de esto, se advierte que los mamíferos tienen una estrategia para no sentirse observados pariendo: es como si “supieran” que la oxitocina es la llamada “hormona tímida”, que no se muestra si hay gente alrededor. Podría decirse que la prioridad es “mamiferizar” el parto en lugar de humanizarlo.


–¿A partir de esto, el parto surgiría como un acontecimiento instintivo puro?


–Antes debe aclararse que existen particularidades propias del nacimiento humano ligadas al extraordinario desarrollo de nuestra especie, del cerebro que piensa: el neocortex. Durante todas las experiencias sexuales, comprendiendo el parto, las inhibiciones provienen del potente neocortex. Pero la naturaleza encontró una solución para sobrellevar ese handicap humano: durante el parto, el neocortex debe ponerse en reposo y parar de controlar al cerebro instintivo. Es necesario entonces evitar todas sus estimulaciones durante ese proceso, en particular la del lenguaje. Cuando el neocortex reposa, tenemos mayores similitudes con los otros mamíferos, que paren más fácilmente que los humanos.


–¿El amor puede entenderse, entonces, como la intuición más arcaica puesta al servicio del parto?


–Es bastante habitual afirmar que la solución a nuestras crisis ecológicas exigirá cambios en la investigación científica, la tecnología, las actividades económicas, las estructuras sociales y políticas, y en nuestros valores y sistemas filosóficos. Aún se debe reconocer que la solución al conflicto entre la humanidad y el planeta Tierra depende, en primer lugar y sobre todo, de la manera en la que el homo evolucione. En último término, los problemas más urgentes con los que debe enfrentarse la humanidad están vinculados a diferentes aspectos relacionados con la capacidad de amar, incluyendo un interés compasivo por las generaciones venideras. Por este motivo, la “cientificación del amor” se debe reconocer como un aspecto esencial de la revolución científica.


REDESCUBRIR LA ENERGIA DEL AMOR


Durante las jornadas que culminarán este lunes, Odent hará honor a su fama de representante incansable de la causa internacional por una comprensión diferente del inicio de la vida, y descubrirá algunos conceptos esenciales de su publicación más reciente, Ecología prenatal, de Editorial Creavida. “Podríamos estar acercándonos al día anticipado por Teilhard de Chardin en 1934. El afirmó que una vez dominados el espacio, los vientos, las mareas y la gravedad, los seres humanos aprenderían a controlar las energías del amor. Entonces, por segunda vez en la historia del mundo, el hombre habrá redescubierto el fuego.”


–En este libro sostiene que en el mundo falta la energía del amor y que ésta se adquiere al nacer. ¿Cómo podemos hacer para dejar de perturbar ese acontecimiento?


–La capacidad de amar se desarrolla muy temprano en la historia del individuo, y el período del nacimiento parece ser más importante de lo que creíamos hasta ahora. Esa es la razón por la cual en la actualidad es necesario redescubrir las necesidades básicas de la mujer que pare y las del recién nacido. Será difícil después de milenios de partos controlados por medios culturales, pero es posible desde la perspectiva de los fisiólogos.


–¿Cuáles son las necesidades básicas de una mujer durante el trabajo de parto?


–Sentirse segura sin sentirse observada, en un lugar suficientemente cálido y protegida del lenguaje. La mejor situación que conozco para un parto rápido y fácil es que no haya nadie alrededor, salvo una partera experimentada y silenciosa, susceptible de jugar el rol de figura maternal.


–¿Es mejor parir en casa que en una institución médica?


–Para las mujeres que se sienten más seguras en sus casas con una partera silenciosa, sí.


–¿Por qué es contrario a la presencia del padre en el parto?


–Es normal que un hombre que ame a su mujer libere hormonas del estrés mientras ella está pariendo. Esto es contagioso y puede hacer que el parto sea más largo, difícil y peligroso.


–Algunos investigadores postulan que el espacio correcto para dar a luz es el mismo que para hacer el amor.


–Es que para hacer el amor también hay que liberar oxitocina, la “hormona tímida”.


–¿Las hormonas que actúan en el parto, en especial la oxitocina, son sólo útiles para la contracción del útero o tienen además efectos a posteriori sobre el comportamiento de la madre y el desarrollo del bebé?


–En la actualidad está bien demostrado que parir es liberar un cóctel de hormonas del amor. Los efectos de la oxitocina sobre el comportamiento de la madre son estudiados en profundidad desde finales de los setenta.


–¿Las formas modernas de nacer tienen consecuencias negativas?


–Reformulemos la pregunta: ¿cuáles son las consecuencias posibles, en términos de civilización, de partos sin liberación de la hormona del amor?


–¿De qué manera observa las generaciones de criaturas nacidas bajo los efectos de la epidural o la cesárea?


–Me pregunto cuál es el futuro de una civilización sin hormonas del amor. En los humanos siempre hay que pensar en términos de civilización.


–¿Deberían buscarse nuevas respuestas sobre los aspectos positivos de la atención del parto institucional o su medicalización para mejorarlo?


–Los efectos positivos son demasiado evidentes para mencionarlos en detalle. La cesárea, por ejemplo, fue originalmente una magnífica intervención de salvataje, pero ¿cuál es el futuro de una civilización nacida por cesárea?


–¿Qué significado tiene una bañera con agua templada durante el trabajo de parto?


–En caso de que la primera fase del parto haya sido larga y difícil, la inmersión en el agua a la temperatura del cuerpo puede bajar la tasa de adrenalina. Es decir, facilitar la liberación de oxitocina y, por lo tanto, hacer que las contracciones sean más llevaderas. En conclusión: evitar medicamentos.


–¿La manera en que nacemos nos afecta para toda la vida?


–Cualquiera que visite nuestro banco de datos (www.birth works.org/primalheath) se convencerá de que la manera de nacer tiene efectos a largo plazo (n. de la r.: en el sitio se refiere a una correlación entre la manera en que transcurrió el parto y la delincuencia juvenil. El autismo, el suicidio en la adolescencia y la anorexia nerviosa son otros ejemplos). Pero digamos una vez más que en los seres humanos es necesario pensar primero en términos de civilización.


–¿Cómo concientizar a los profesionales de las instituciones de salud para que pongan en práctica el parto humanizado o, en todo caso, cómo escapar de la industrialización del parto?


–Combinando el lenguaje del corazón con el lenguaje científico. Hay que entrenarse para ser bilingüe.