lunes, 26 de octubre de 2009


TECNOLOGÍAS APROPIADAS VS. RUTINAS ACRITICAS Por: Dr. Jorge Pronsato Santandreu Ponencia 15 Julio 2002 en FUNDALAM, Buenos Aires

Dicen que Elia Metrico, que fue el descubridor de la fagocitosis, mientras

investigaba en el Instituto Pasteur este proceso, afirmaba que él trabajaba

mucho mejor en presencia de mujeres hermosas, y yo tengo hoy ese privilegio.

Hace 1.000.000 de años un ser apenas parecido a nosotros se irguió sobre

sus patas traseras, que en adelante comenzaron a llamarse piernas, empezó a

usar sus brazos, sus manos, y a desarrollar su cerebro.

Conocemos a uno de los representantes de esa gente, la pequeña Lucy.

Muchísimos miles de años después, sus descendientes iban a ser capaces de

crear el fuego. Unos 10.000 años después los Sócrates, Los Mozart, los

Copérnico, los Mahatma Gandi, las Madre Teresa, las Marie Curie, etc.

Todos ellos son amigos míos. Ellos nunca supieron que lo fueron, pero en

realidad son mis amigos, y además tengo otro amigo muy especial, pero este

también fue mi maestro. En realidad fue maestro de varios de los que estamos

acá. Se lama Hipócrates.

Hace 2.500 años él dijo una frasecita pequeña, entre otras genialidades,

que me parece que viene a cuento. Dijo: “las enfermedades que escapan al

examen de los sentidos quedan sometidas al examen de la inteligencia”

Parece que este venerado maestro ya se hubiera percatado de que los

sentidos nos podían jugar algunas malas pasadas. Y está bien, porque eso

sucede con los sentidos. Si uno ve amaneceres y atardeceres, puede pensar

que es el sol, que gira alrededor nuestro. Y si uno introduce un bastón recto en

el agua, deja de ser recto, pero la razón es capaz de rectificar el bastón.

En realidad todas estar personas tuvieron además de muchas otras

virtudes, una en común: la inteligencia. Eran personas inteligentes, que es una

capacidad propia de la especie. Pero además de inteligencia tuvieron

capacidad crítica: no aceptaron lo que se les decía a pie juntillas, sino que se

empezaron a preguntar si sería efectivamente así. Se rebelaron con las

verdades reveladas, y empezaron a cuestionarse y a ejercer el viejo oficio

democrático de preguntar, de interrogar, de dudar, y así crecieron.

Además de inteligencia y capacidad crítica, esta gente también tuvo

coraje, porque se necesita coraje para cambiar lo que ya está establecido, lo

que se dice que debe ser así, y también necesitaron voluntad, esfuerzo

personal para cambiar lo que supuestamente era cierto para los demás, pero

no para ellos.

Hay muchísimos ejemplos de personas inteligentes, críticos, corajudos y

voluntariosos a lo largo de la historia. Pero como estamos en cuestiones

vinculadas a la madre y el niño, me parece que el ejemplo interesante de

considerar, sería el de Ignace Semmelweiss. Este obstetra supuso que la razón

por la cual muchas mujeres se morían en los hospitales de Viena en la primera

mitad del Siglo XIX, tenía que tener alguna razón, más o menos explicable.

Todos admitían las muertes de las mujeres sin hacer ningún esfuerzo, sin

echar mano de su raciocinio, de su capacidad crítica para ver qué pasaba. El

empezó a darse cuenta de que tal vez había alguna causa, y encontró una

sencillísima: los médicos no se lavaban las manos después de asistir las

autopsias , y las mujeres se morían de fiebre puerperal. Y trató de introducir el

sistema de que sencillamente se lavaran las manos.

Hoy esto parece una cosa fuera de discusión, pero en aquel tiempo, eso

le costó muchísimo.

Como dice el filósofo argentino Santiago Kovadloff: “modificar las

costumbres suele ser un gesto de insubordinación, que consiste en crear una

alternativa, otro significado para lo que parece inequívoco; pero crear una

verdad diferente no significa necesariamente que sea la mejor, es sólo

diferente. Para crear una alternativa, ser requiere infinita paciencia. Para

luchar contra los obstáculos que interpone el hábito y el prejuicio en el camino

de quien se atreve a modificarlos”.

En medicina, desde siempre hubo rutinas acríticas. Nosotros las hemos

definido como actividades, tareas o procedimientos riesgosos o perjudiciales,

dolorosos o molestos, de efectividad y eficiencia dudosas o nulas, con mala

relación costo/beneficio de acuerdo a la bibliografía basada en el método

científico, que sin embargo se aplican usualmente sin cuestionamientos, por el

mero hábito o costumbre de los miembros del equipo de salud, o por pautas no

revisadas, controladas o actualizadas.

Estas rutinas acríticas se instalan con mucha fuerza en la vida cotidiana,

echan raíces en muchos servicios de atención. En todas las organizaciones hay

reglas y normas que se cumplen más o menos, pero si a poco de andar las

reglas resultan no útiles, ineficientes, ineficaces, imprácticas, dolorosas,

perjudiciales, molestas, costosas, entonces estas reglas tienen que ser

cambiadas, modificadas o eliminadas.

Esto significa que, a lo mejor, haya que crear otras reglas, pero el punto

esencial, es que estas nuevas reglas, también estén sometidas a esta crítica

constante y revisión permanente, porque si no entramos en la categoría de las

anteriores, y nunca podemos avanzar.

En cuanto a medicina perinatal, ya en los controles prenatales , el equipo

de salud tiene ante sí una situación absolutamente inédita en medicina: es la

única vez que un equipo de salud se enfrenta con dos pacientes, simulando

que es uno solo. Es una persona, no un útero itinerante. Una persona con todos

los atributos que eso le confiere, y además, esa persona es la encargada de

permitir el crecimiento, la maduración de otra persona, que no vemos, pero

que está allí. Esta gente que atiende a estas dos personas suponiendo que

tiene una sola, tiene que considerar que está en una situación muy

privilegiada. Lo que tiene que hacer con esa paciente es asistirla, no

necesariamente tratarla.

Tiene que tener para con ella según se establece en las normas, una

orientación diagnóstico-terapéutica que sea precoz, periódica y completa,

además de universal. Completo implica que el examen es a una persona en

toda su integridad. En consecuencia, aquí se incluye todo lo que se vincula con

el trato. Es increíble que tengamos en este momento que disponer del tiempo

para hablar del trato entre las personas, pero es menester que se diga, porque

no se hace.

Esta persona tiene que ser –por parte del equipo de salud- cuidada,

apoyada, alentada. Yo diría que hasta se podrían generar en ella ciertos

sentimientos de orgullo por su condición de madre en ciernes. A mi me gustaría

escuchar a los obstetras diciéndole algunos piropos a las mamás. AL menos no

le va a hacer mal ese tipo de expresión.

Da la impresión de que no hay un enfoque demasiado humano sobre

esta cuestión, sino un enfoque escasamente técnico, y eso no es suficiente:

hace falta más.

En los servicios de atención perinatal, uno puede encontrar infinidad de

rutinas acríticas, y una muy buena cantidad de ciertas torpezas cotidianas en el

trato con la madre.

Es curioso porque estoy seguro de que muchísima gente que trata este

tipo de personas, conoce que el stress, la angustia y la ansiedad aumentan

ciertas sustancias (específicamente catecolaminas) que sabemos que tienen

un impacto negativo sobre la generación del trabajo de parto y sobre le flujo

sanguíneo hacia el niño. Sin embargo, no se aplica.

Con técnicas muy sencillas, simplemente con el trato cordial, podríamos

seguramente tener un impacto muy interesante sobre la evolución de este niño,

permitiendo que la madre esté con un acompañante, disminuyendo el sobre

uso de monitoreos, permitiéndole la deambulación, prescindiendo de toda

medicación innecesaria. Esta última cosa uno puede discutirla, si a veces es

necesaria cierta medicación o no, pero el resto de las cosas, no se pueden

discutir, es incuestionable. A nadie le va a hacer mal que lo traten bien, y que

le permitan ciertas cosas.

Durante el trabajo de parto, aparece el famoso “callate y pujá” . Eso lo

hemos visto todos. Algunas veces va acompañado de algunos condimentos,

agregados, como “no hagas la fuerza que te digo que hagas, y ya verás lo mal

que nace tu bebé”. Es una perversidad casi inconcebible, pero ocurre

realmente en la práctica diaria.

ME acuerdo que en el Centro latinoamericano de Perinatología, el Dr.

Roberto Cardiobarcia, tenía una frase muy linda: “cuanto más sabe el equipo

perinatológico, menos interviene en el proceso del parto” . Yo me animaría a

decir que cuanto más sabe el médico, tanto más chica es su receta. La

sabiduría está en relación inversa con la magnitud de la receta.

Lo que la madre necesita es asistencia, no tratamientos. Seguramente no

necesita goteos, infusiones, ayunos, inmovilizaciones, etc. Sino ASISTENCIA.

Hay una enormidad de rutinas acríticas, pero algunas están vinculadas

no solamente a cuestiones de diagnóstico y tratamiento sino a cuestiones de

ambiente. Ustedes deben haber visto en muchas oportunidades, los recién

nacidos con problemas de hipotermia en verano. Es por los aires

acondicionados que ponen los médicos para confort de ellos mismos, y se

olvidan de que el niño estaba en un tibio nido intrauterino, y tiene que

enfrentarse con el frío de una sala que está tal vez a 20 grados, cuando él

estaba a 36º. Esto no le hace bien a nadie.

Otra vez voy a recurrir a Hipócrates, que sabía del valor inmenso de la

semiología. El decía: “el examen debe hacerse en sitio confortable para el

paciente, por ejemplo, la luz es inofensiva para los que curan, pero no lo es, a

veces, para los que vienen a curarse”.

Este señor tenía muy en claro quién tenía la prioridad acerca del confort.

Y sabía bien quién era la estrella absoluta: el paciente: en este caso, el recién

nacido.

Cuando el niño nace, el pediatra-neonatólogo, toma al niño en sus

brazos, en una compresa ya lista para eso, y corre. Corre rápidamente, muy

rápido.

El destino es la mesa de recepción, donde están todos los elementos de

tortura. Podría vencer los 100 metros con obstáculos, porque tiene que vencer

al anestesista, a los equipos que tiene el anestesista; después tiene que hacer

un movimiento justo y preciso para abrir con la cadera la puerta vaivén que lo

separa de su destino, y además tiene que cuidarse muy bien de que no haya

ningún padre o abuelo imprudente que esté intentando mirar lo que pasa.

Una vez que llega a la mesa de examen, lo fricciona con una energía

inusitada. En esta tarea a veces lo ayuda la enfermera, y es una fricción a 4

manos. Entonces el niño llora. Esto es celebrado habitualmente, porque se

supone que el niño tiene que llorar. En realidad, el niño no tiene que llorar: tiene

que respirar, que es distinto. Seguramente por eso de que tiene que llorar, es

aquella imagen cinematográfica de la palmada en la cola, que no tiene

ninguna evidencia científica.

Después de que le ha hecho todas las fricciones, le introduce la sonda en

la boca, esófago y estómago, para aspirar las secreciones. Esta introducción

de la sonda se hace con frenético entusiasmo. Yo muchas veces les he

preguntado a los médicos si ellos alguna vez han sido sondados, y

generalmente me dicen que no, pero admiten que no debe ser nada grato,

sobre todo para alguien que está tratando de sobrevivir, de modificar

estructuras cardíacas, de respirar, de hacer un manejo apropiado de la

temperatura, en fin, de “transmundearse” , como decía Escardó.

Todas estas maniobras se hacen rápido, y por lo tanto, son bruscas,

entonces el niño llora más todavía, lo cual es celebrado para quien no conoce

la fisiopatogenia de la transición.

Después la rutina establece que tiene que haber un buen baño, como

para sacar todo el vérnix protector. Sigue llorando.

Después viene la vitamina K inyectable. Después se lo pesa, se lo mide, se

va anotando todo con mucha prolijidad, y después de esto, otra vez la sonda,

pero esta vez por vía rectal, porque hay que determinar la continuidad del

recto. Esta es una maniobra que es inútil en 4.999 casos, porque la incidencia

de la malformación es de 1 en 5000. Con un poco de observación uno puede

determinar esa situación con mucha mayor naturalidad.

Es difícil explicar esa idea de la urgencia en hacer todas estas cosas. La

única urgencia del niño es reencontrarse con su madre, esa es la auténtica

urgencia, sin embargo eso se deja para un segundo paso, cuando se deja.

Cuando los médicos y las enfermeras, y todos los miembros del equipo de

salud actúan de esta manera, están desperdiciando la oportunidad única e

irrepetible de constituirse en privilegiados espectadores de un momento

absolutamente trascendental. La madre y el niño se miran. La madre se acerca

mucho al niño, y nadie nunca le dijo que el niño tiene visión corta, sin embargo

ella sabe eso. Debe estar metido dentro de los genes de las mujeres, porque

ellas saben eso y se acercan mucho al niño. Le hablan con una voz más aguda

que la normal, porque es lo que el niño sabe oír mejor.

Lo tocan, al principio con un poco de prudencia, y después lo abrazan,

que es precisamente lo que el niño necesita.

Alguien imagina algún lugar más perfecto para la cabeza de un recién

nacido que el espacio que hay entre las mamas de una mujer?? La mujer,

mientras tanto, lo mira embelesada, y entonces uno realmente se da cuenta

de que es un privilegiado espectador de esa situación.

A mi me parece que aún aquellas personas que no son capaces de

conmoverse con otras cosas, se enternecen ante una imagen semejante. Es

difícil no enternecerse con esas miradas, que ahora sabemos que tienen

importancia para la bajada de la leche.

Si la madre tiene suerte, después de este reencuentro, no van a pasar

demasiadas horas hasta que vuelva a estar con si niño, porque la rutina exige

que deben ir separados a la internación conjunta. Hay un miedo reverencial a

que la madre se desmaye, es un mito, y entonces van separados. Cada uno

llega a ese lugar según las ganas, la disposición de los camilleros que llevan a

cada una de estas dos personas.

Todo esto es, si la institución y los médicos no consideran que tienen que

estar en un sector de observación. El sector de observación se llama así, porque

nadie nunca observa nada. Quienes propician ese tipo de sectores, deberían

observar, que la mejor observadora es la madre, no importa su nivel de

preparación: todas las madres, así como saben tantas otras cosas que nosotros

apenas intuímos, ellas también sabe hacer esto mucho mejor que la enfermera

más eficiente.

En la sala de internación conjunta, hay muchas personas a las que les

parece que hay que mantener ciertas reglas y cierto orden: nada de que el

niño esté en brazos de su madre porque se malcría. Pretenden que el niño que

acaba de nacer, tiene una capacidad intelectual como para hacer una

elucubración de tipo “voy a llorar para que asi me alcen”. Tiene que estar en

la cuna y portarse bien.

Es curioso que en estos últimos tiempos el niño tiene que dormir boca

arriba, pero si a la madre uno no le dice nada y la deja que lo tome con ella y

lo tenga con ella en la cama, lo va a tener abrazado boca arriba. La única vez

que lo va a poner boca abajo, es cuando lo ponga sobre su pecho, pero en

ese caso, no hay ningún problema respecto del síndrome de muerte súbita

infantil, porque el niño copia los movimientos de su madre y aprende de una

manera natural y formidable, a respirar y dormir al mismo tiempo, sin que esto le

genere ningún tipo de problemas.

En esta sala, después aparece la cuestión de la ictericia. El niño se pone

ictérico, pero no puede ser de otra manera, porque antes de nacer, tiene una

presión parcial de oxígeno circulando muy baja, así que tiene que formar

muchos glóbulos rojos para compensar la hipoxia. Pero cuando nace y tiene

mucho oxígeno, tiene que romper con muchos glóbulos rojos, y la única vía de

rotura es aumentar la cantidad de bilirrubina, así que uno no debe extrañarse

de que la cantidad de bilirrubina aumente en los primeros días.

Hay una especie de empecinamiento terapéutico en el tratamiento de

la ictericia fisiológica, pero tratarla es insensato, como tratar cualquier cosa

fisiológica, porque es normal. Cuando el niño tiene una ictericia fisiológica, no

está enfermo: está ictérico, que suelen ser dos cosas diferentes.

El médico adiestrado sabe la diferencia entre la ictericia fisiológica y la

patológica, y deberá hacer el tratamiento que corresponda, según sea o no

pertinente. Lo que también sabe el médico experto, es que cuando la

bilirrubina comienza a aumentar, tiene un comportamiento que uno puede

adelantar: es posible anticipar cómo va a comportarse la bilirrubina, de

manera que no hace falta hacer el análisis cada 6 u 8 horas. No tiene sentido

hacer punciones que son francamente dolorosas cuando no riesgosas.

Las rutinas acríticas en cuanto a la lactancia materna son infinitas. Desde

el temor reverencial a la hipoglucemia, pasando por la aplicación de horarios

fijos para la alimentación. El niño cuando acaba de nacer, no tiene hambre,

está recuperándose del stress del nacimiento, así que no quiere comer como

quiere la enfermera que coma. Y en cambio después quiere comer a cada

rato, cada media hora, y la enfermera dice que no, que tiene que comer cada

cuatro. No tiene sentido.

La otra rutina muy generalizada es la que dice que algunas madres no

tienen suficiente leche. Como todos sabemos, todas pueden si son mujeres, y si

han sido bendecidas por la maternidad. La lactancia forma parte del proceso

de la reproducción, no son cosas separadas. Es la culminación del proceso de

la reproducción. Así que si una madre pudo gestar y parir, no puede no

amamantar. Es el mismo proceso.

Todas pueden si son estimuladas, si no son presionadas para que

introduzcan alimentos impertinentes, que no tienen ninguna necesidad de ser

introducidos, y sobre todo si tienen un niño hambriento que envía mensajes

constantemente al cuerpo de la madre para que ella fabrique la leche a la

hora justa, a la temperatura exacta y en la cantidad necesaria.

Imaginemos que el mundo hubiera inventado el producto ideal para

amamantar a todos los bebés. Imaginemos también que ese producto

estuviera al alcance de todos, que no requiriera almacenamiento ni

distribución, y que ayudara a las madres a planificar su familia y disminuyera al

mismo tiempo el riesgo de cáncer. E imaginemos que el mundo se negara a

aprovecharlo.

Hacia el fin del siglo XX, de descubrimientos e invenciones in

precedentes, en una época en que los científicos descubren el origen de la

vida, la situación descripta no es, lamentablemente, ficticia. El producto ideal

ES la leche materna, a la que todos tenemos acceso al nacer, y a la que sin

embargo no estamos aprovechando.

Es una paradoja casi increíble que se vincula con esta sociedad de

consumo en la que estamos todos inmersos, que valora más lo sofisticado que

lo natural y que no cuesta nada. Que tiene presiones comerciales, que

necesitan consumidores, y estas presiones suelen ser a veces más importantes

que las presiones de la gente que sabe, y de la gente que orienta, y a quien le

interesa la salud auténticamente.

Seguramente todos ustedes asistieron a muchas ceremonias de

casamientos religiosos, en las que el oficiante hace mención de las bodas de

Caná, donde la Virgen María le pide a su hijo que haga algo porque faltaba el

vino, entonces se produce el milagro de la transformación de agua en vino.

En este mismo instante, en millones de lugares, millones de madres están

transformando aceitunas, achicoria, galletitas, en leche, en la mejor leche

posible, llevando a cabo un milagro cotidiano y permanente, que no cesa, y

que no estamos aprovechando.

En esta aventura de la humanidad, parece que a alguien se le ocurrió

que la vaca podía disputarle a la mujer su privilegio de alimentar a sus niños, y

también que se podía crear un artefacto como para tener a los niños no en

brazos de su madre, sino en el bebesit, un aparato de tela y alambre.

Pero cuando el niño no está en contacto con su madre, pierde la

oportunidad de establecer con ella el lenguaje de la piel, que es excitante y

sedante al mismo tiempo.

También se inventó el látex, con la idea de asimilarse a un pezón

materno. No les salió nada bien, porque no se parece en absoluto. Ningún

proceso industrial, por más inteligente que sea, va a poder jamás ni siquiera

parecerse a la calidad de la leche de las madres, de cualquier madre, de

todas las madres. Ya sea una saludable rubia y alta vikinga, que nace en

Noruega, o una morena petisita, pobre desnutrida en el Africa. La leche sigue

saliendo de buena calidad, aún en circunstancias extremas, incluso de

desnutrición, y hay múltiples evidencias al respecto.

Toda esta actividad médica tiene que estar vinculada con evidencias y

argumentos, porque nosotros estamos trabajando nada menos que con la vida

de las personas. La tecnología ha aportado unos avances increíbles. Yo

pertenezco a la generación de médicos que asistíamos a niños con problemas

de enfermedad hemolítica y hacíamos un promedio de dos

exanguineotransfusiones por día. Esa enfermedad prácticamente está

acabada, y eso es gracias a la tecnología que se impuso. También hay una

inmensa cantidad de pacientes muy pequeños, muy inmaduros, que antes

estaban desahuciados o condenados a una cantidad enorme de secuelas,

que ahora se recuperan bien, todo en base a la tecnología. Pero no hace falta

usar SIEMPRE toda esa tecnología, si no cuando hace falta, nada más.

Antes de existir un monitor, había (y hay)un estetoscopio. Una ecografía

prenatal no sustituye a las manos experta de un obstetra. Las baterías de

análisis-que son métodos complementarios- no pueden sustituir un examen

minucioso y sustancioso de un médico clínico experto.

Todos esos son métodos complementarios, y no pueden sustituir a la

actividad médica orientada al diagnóstico y al tratamiento.

Pero también las tecnologías apropiadas se vinculan con aspectos

epidemiológicos. Aquellos servicios que no hacen el análisis epidemiológico,

están cometiendo rutinas acríticas, porque hay que hacerlos para darse

cuenta de cómo está trabajando uno. En un servicio de neonatología donde

se interna más de un 15% de los recién nacidos, hay un problema: o la

obstetricia es muy mala, o hay un sobrediagnóstico pediátrico, porque no

existe una situación en la cual la internación de los niños pueda superar ese

porcentaje.

Todas las tecnologías apropiadas se vinculan también con ese trato

cordial del que hablamos al comienzo, y con palabras apropiadas.

Últimamente hay mucho temor a los juicios de mala praxis. Los expertos

en prevenir estos contenciosos jurídicos establecen que la mejor forma de

evitarlos es hacer un trato cordial con el paciente y explicarle con palabras

sencillas, que entienda todo el mundo.

Hipócrates decía: “es fundamental que el que hable de este arte, diga

cosas inteligibles para los profanos; Si se falla en hacerse comprender por ellos,

se está fuera de la realidad”.

Qué hace que un médico no emplee palabras adecuadas cuando trata

con sus pacientes que son profanos? Es incapacidad idiomática o hay algún

deseo subconsciente de establecer claramente quién tiene la hegemonía del

conocimiento?

Si de verdad nosotros queremos curar a nuestros pacientes, o por lo

menos aliviarlos, o aunque sea consolarlos (que son las tres alternativas que

ofrece la medicina) entonces vamos a tener que usar nuestros sentidos y la

razón.

Hay un enfoque universitario que privilegia la patología complicada por

sobre las otras cuestiones sencillas. Hay como una especie de sensación de

que las cosas que sabe la gente, no deberíamos saberlas nosotros. Pero hay

mucha gente que sabe muchas cosas más que nosotros. Nosotros estamos

aprendiendo permanentemente de la gente muchas cosas que no sabemos.

La otra cosa es la incapacidad de adiestramiento permanente. La gente

no se pone a estudiar mucho. No hay una capacitación permanente,

entonces es más fácil seguir con lo que se venía haciendo, que se supone que

está bien establecido, que debe ser así, entonces, qué vienen a decir estos de

que hay que lavarse las manos, que hay que hacer ciertas cosas, o el trato

cordial? Es ignorancia, porque esto del trato curiosamente se piensa que si se le

dice “callate y pujá”, el parto se va a hacer más pronto, y es exactamente al

revés. Son situaciones que complican y retrasan un proceso normal de parición.

Hay otra cosa más, y es que hay una presión muy importante por parte

de los fabricantes de tecnologías. Cuanto más sofisticada la tecnología, tanto

mejor, y esta presión maximiza las virtudes y morigera los defectos, entonces la

gente se engancha fácil con eso. En muchos servicios de recién nacidos, el jefe

del servicio insiste hasta la muerte ante las autoridades, para que le compren

los equipos respiradores, cuando hay muchas cosas antes que esa, que los

médicos no hacen. Antes de comprar el surfactante pulmonar, que es carísimo,

hay que hacer muchas otras cosas. No se puede empezar por lo más

complicado sin hacer cimentado antes el edificio que puede mejorar esta

situación.

(pregunta sobre episiotomías)

La episiotomía no ha demostrado que tenga un efecto profiláctico

respecto de los prolapsos. Más aún, hay un incremento de los desgarros

perineales en las segundas gestas de mujeres a quienes se les sometió a

episiotomía en la primera gestación. No es una indicación precisa, es una

rutina que es muy resistida.

Hay una cantidad enorme de resistencias muy fuertes, como la posición

para parir. Sé de servicios donde se prohíbe el parto vertical.

En CLACYD (Córdoba) se determinó que en los hospitales públicos, la

cantidad de cesáreas era del 16% y en el ámbito privado, del 43%. Esto no tiene

ninguna relación con lo que está indicado desde el punto de vista médico.

Doctor, viene de “docere” que quiere decir enseñar. Tenemos que

enseñarles a los pacientes.

(pregunta sobre relación en oxitocina y bilirrubina patológica)

Hay una relación causal: más oxitocina = más ictericia, pero esta

producción de bilirrubina no es demasiado importante, así que no puede

decirse que la bilirrubina sea debida a la oxitocina que recibió la madre.

Una tecnología apropiada puede transformarse en una rutina acrítica y

viceversa. Poner glucosa a un niño con hipoglucemia es una tecnología

apropiada, pero ponérsela cuando hay apenas una sospecha sin demostrarla,

es una rutina acrítica.

viernes, 23 de octubre de 2009


DOCUMENTAL: Calláte y Pujá, Rutina de Parto. Dirección: Sonia Cavia y Eduardo Díaz Cano

Derechos primeros
"Callate y pujá" es el primer video de Dando a Luz, una asociación que reúne a madres, parteras y obstetras que buscan que el parto y el nacimiento sean una forma más amorosa y menos violenta de llegar al mundo.

por Sandra Chaher


Primer plano de la vagina de una mujer en la camilla de parto. La bata celeste, las piernas atadas. Manos que tajean la piel, sacan al bebé del vientre y cortan el cordón. Música ritual de tambores nerviosos y una voz en off: "Esta mujer tiene derecho a ser tratada con respeto y amor; a decidir qué se hace con su cuerpo; a estar acompañada de una persona de sus afectos; a elegir libremente la posición que prefiera para parir; a expresar sus emociones y necesidades; a permanecer con su hijo desde el instante del nacimiento".
Imagen de un bebé recién nacido sobre una mesada. Manos que le tocan los labios, lo estiran, le ponen tubos de plástico en la boca, la nariz, el ano, y sobre los ojos una sustancia plateada que lo hace llorar. Le dan una inyección, lo bañan y peinan con fruición. Voz en off: "Este niño tiene derecho a permanecer en el pecho de su madre desde el nacimiento, a ser tratado con respeto y amor, a no ser objeto de prácticas y procedimientos rutinarios invasivos y muchos innecesarios, como el corte inmediato del cordón, la aspiración de secreciones, la sonda nasogástrica, la sonda anal, la vitamina K inyectable y el nitrato de plata en los ojos; a respetar sus tiempos de encuentro con su mamá y su familia. No hay ningún apuro para pesarlo, medirlo, ni bañarlo".
Cuatro minutos nada más. Cuatro minutos de alto impacto. Si el tratamiento de las imágenes y el texto no fueran tan asépticos, Callate y pujá podría ser catalogado como un video sensacionalista.
Pero no, y además las imágenes son reales, fueron tomadas hace menos de un año en un hospital de la provincia de Buenos Aires, casi clandestinamente.
No se muestra la cara de quienes intervienen en el parto y en las rutinas del bebé. Sólo los actos. Actos que dos textos impresos aclaran que son violatorios de la Convención de los Derechos del Niño y no respetan recomendaciones de la OMS.
Callate y pujá es el primer video de Dando a Luz, una asociación que reúne a madres, parteras y obstetras que buscan que el parto y el nacimiento sean una forma más amorosa y menos violenta de llegar al mundo. Sus realizadores son Sonia Cavia y Eduardo Díaz Cano. Sonia es, formalmente, la presidenta de Dando a Luz, pero sobre todo es kriptonita en envase de mujer. Práctica, concreta, de las que van a los bifes, es el centro sinérgico de una entidad que se volvió un referente en su área en menos de un año. A comienzos de 2001 la lanzaron con una actividad mínima: un encuentro mensual para quienes quisieran conocer sus derechos en el parto y el nacimiento. Se resistían a aceptar la inercia de las "rutinas": episiotomías, peridurales, separación de madre e hijo, etc. Y había campo fértil. La ciencia ya no es reina; ahora el amor, el respeto al dolor, en fin, las emociones, se filtran como
mercurio entre bisturíes y fármacos, y los poros de instituciones y especialistas se abren de a poco. Dando a Luz hoy también da cursos en colegios, trabaja en la concientización de los agentes de salud y... en el caldero mental de Sonia fermentan mil ideas más.
Callate y pujá fue producto de la casualidad, dice esta mujer de 33 años obsecada y persistente, madre de Serena, una beba "superpoderosa" que motivó la potencialización cualitativa de su propio sentido del poder,"sentía que podía hacer lo que quería, tenía fuerza. Antes de Serena no tenía idea de lo que quería hacer con mi vida". Varias mamás que parieron para la misma época que Sonia dieron forma a Dando a Luz a comienzos de 2001. Y en agosto, ella estaba en la isla de edición de un amigo, Eduardo, tratando de editar entrevistas con sus compañeras de parto y sus familias para armar un video que concursaría en un festival de derechos humanos. No le encontraba la vuelta hasta que en una noche iluminada decidió que lo haría sólo con las imágenes del hospital. Eduardo coguionó el material y en tres noches salió Callate y pujá. Fue premiada por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos "por su contundente búsqueda estéticoexpresiva puesta al servicio de
derechos inalienables del ser humano", y elegida mejor documental en el Concurso Nacional de Video Independiente Cipolletti 2001.
-Me costó mucho incluir las imágenes del bebé, porque la mayoría de los papás y mamás no saben qué les hacen a sus hijos cuando se los llevan. Yo misma me enteré de muchas de las prácticas viéndolo. Pero me parecía necesario para que empecemos a preguntar. El nitrato de plata, por ejemplo, no debería usarse porque durante un rato el bebé no puede ver, y existe un antibiótico que cumple la misma función, pero como es más caro los hospitales no lo tienen, y algunas clínicas tampoco. De todas formas creo que el tema trasciende las rutinas, tiene que ver con el amor y el desamor.
Aun reconociéndose principista al extremo -"porque creo que hay cosas que deben ser de una manera y no de otra; los derechos de la madre y del hijo, por ejemplo, son una cuestión de justicia, me parece muy loco que suene idealista que se cumplan tus derechos constitucionales"-, Sonia admite que en este último año aprendió "a construir desde un lugar más pacífico. No hacer la denuncia inmediata: 'Vos sos un violador de los derechos humanos', sino primero tratar de ver qué pasa. Si yo no quiero que penalicen, tampoco tengo que penalizar. Encontramos a personas dentro del sistema de salud que trabajan por lo mismo que nosotros. No creo que sea gratis para ningún profesional trabajar como lo hacen".
También este año empezó a estudiar cine documental en la Universidad de las Madres. Desde chica hizo trabajo social y muchas veces en formato visual.
Callate y pujá es retomar ese camino desde un tema que hoy la conmueve profundamente. Al final del video aparece un texto: "La violencia ejercida en cada nacimiento sigue sembrando la violencia en el mundo". Pero ¿qué pasa después? ¿Un nacimiento más amoroso es garantía de buena crianza? "Es cierto, no son familias necesariamente ideales, el vínculo con los hijos
siempre es complejo", admite con sentido común, pero su constancia para perseguir valores es más fuerte: "Si un chico tiene derechos desde que nace porque sus padres se ocuparon de eso, para mí empezamos a construir otra historia del mundo. Cada día estoy más convencida de eso".





El Nacimiento y los orígenes de la violencia, de Michel Odent.-

El nacimiento y los orígenes de la violencia


¿Qué elegimos: prevención de la violencia o desarrollo de la capacidad de amar? ¿En qué invertimos?

Cuando acudimos a la biografía de grandes figuras de la humanidad que comúnmente asociamos con el amor, como pueden ser Venus, Buda y Jesús, se nos presenta la manera en que tuvo lugar su nacimiento como una fase muy importante, como un momento crítico en el desarrollo de sus historias vitales. Por contra, la biografía de personajes famosos, políticos, escritores, artistas, científicos, gente del mundo de los negocios y sacerdotes suele comenzar describiendo detalles de la infancia y educación. ¿Podría indicar esta notable diferencia entre ellos que el nacimiento es un momento crucial en el desarrollo de nuestra capacidad de amar?

Las ciencias biológicas de los años 90 nos enseñan que es la primera hora que sigue al nacimiento la que conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar. Durante el proceso del nacimiento, segregamos una serie de hormonas que permanecen en los sistemas corporales tanto de la madre como del bebé justo después del nacimiento. Ambos, la madre y el bebé, se encuentran entonces en un equilibrio hormonal cuya duración tiene una naturaleza vital corta y que, además, no volverá a presentarse en el futuro. Si consideramos las funciones de estas hormonas y el tiempo que tardan en ser eliminadas por parte de nuestro organismo, entenderemos entonces que cada una de estas diferentes hormonas cumple exclusivamente un papel igualmente diferenciado en la interacción madre-bebé.

Son estas mismas hormonas las que funcionan en cualquiera de los aspectos relacionados con lo que conocemos como amor. Datos recientes que van aportando diferentes ramas de la literatura científica vienen a presentar, en esta línea, una nueva visión de la sexualidad. Existe una hormona del amor al igual que también contamos con un sistema de recompensa que opera cada vez que, como animales sexuales que somos, hacemos algo que es necesario para la supervivencia de la especie.

«La primera hora que sigue al nacimiento conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar»

La oxitocina se encuentra en medio de cualquier aspecto relacionado con el amor. Primeramente es secretada por una primitiva estructura de nuestro cerebro llamada hipotálamo; posteriormente pasa a la glándula pituitaria posterior desde donde, bajo circunstancias específicas, es liberada repentinamente en el torrente sanguíneo. Hasta hace bien poco, venía sosteniéndose que la oxitocina era un tipo de hormona característica del sexo femenino cuyo único papel consistía en estimular las contracciones uterinas durante el trabajo de parto y el parto, así como las contracciones del pecho durante la lactancia. Hoy se sabe que la oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y que se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual.

Función de la oxitocina en la excitación sexual

Hace muy poco que ha salido a la luz la función de la oxitocina durante la excitación sexual y el orgasmo. Esto, tras innumerables experimentos con oxitocina en ratas y otros animales de laboratorio. Por ejemplo, cuando se inyecta la oxitócica a aves domésticas de corral y palomas, la mayoría, un minuto después de la inyección, empieza a moverse a ritmo de vals, a agarrarse unos a otros por las crestas y a montarse. Hace ya décadas que viene utilizándose la oxitocina con animales en cautividad con fines relacionales. Es ahora cuando contamos con estudios científicos que muestran los niveles de oxitócica durante el orgasmo en los humanos. El equipo [de investigación] de Mary Carmichael de la Universidad de Stanford en California ha publicado un estudio en el que se tomaron medidas de los niveles de oxitocina entre hombres y mujeres durante la masturbación y orgasmo. Estas mediciones se realizaron por medio de muestras de sangre recogidas continuamente a través de un catéter fijo en vena (1). Los niveles obtenidos antes del orgasmo, durante la estimulación, resultaron ser superiores entre las mujeres que entre los hombres. Ciertamente, ya eran superiores durante la segunda fase del ciclo menstrual en comparación con la primera fase. También las mujeres presentaban niveles significativamente superiores que los hombres durante el orgasmo; de la misma forma, las mujeres multiorgásmicas obtenían un pico más elevado durante el segundo orgasmo. En el orgasmo masculino, la oxitocina ayuda a inducir las contracciones de la próstata y las bolsas seminales. El efecto inmediato que conlleva la liberación de oxitocina durante el orgasmo femenino es el de inducir el tipo de contracciones uterinas que ayudan a transportar el esperma hacia el óvulo. Existen datos de estos hechos datados ya en 1961 aportados por dos médicos americanos y obtenidos durante una operación ginecológica. Ocurrió cuando, antes de realizar la incisión abdominal, fueron introducidas partículas de carbono en la vagina de la mujer, cerca del cérvix, a la vez que le era administrada una inyección de oxitocina. Luego, encontraron partículas de carbono en las trompas de Falopio (2).

«La oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual»

Margaret Mead, tal y como han hecho muchos antropólogos, se percató de que, en muchas sociedades, el papel del orgasmo femenino había sido totalmente ignorado, considerando que no cumplía función biológica alguna (3). En el mismo estadio de desarrollo de las ciencias biológicas, Wilhelm Reich fue incapaz de relatar cuál era exactamente el papel del orgasmo femenino (4). Hoy en día, con los datos de los que disponemos, podemos mostrar una visión completamente nueva del orgasmo femenino.

La hormona del amor altruista

Sabemos que cierto nivel de oxitocina es necesario durante el proceso del nacimiento, y los obstetras han venido siendo conscientes de ello desde hace bastante tiempo. Sin embargo, no es hasta la actualidad cuando nos interesamos por la cantidad de oxitocina que es liberada justo después de que el bebé ha nacido. La importancia de este pico es especialmente relevante cuando lo ligamos a nuestro reciente conocimiento de que la oxitocina puede inducir a la conducta maternal. Cuando la inyectamos en el cerebro de una rata virgen o una rata macho, se vuelve maternal y comienza a cuidar a los cachorros. En el caso opuesto, si inyectamos un antagonista de la oxitocina directamente en el cerebro de las madres ratas justo después del parto, no prodigan una gran atención a sus crías. Puede decirse que uno de los mayores picos de secreción de la hormona del amor que acontece en la vida de una mujer se da justamente tras el nacimiento, siempre y cuando éste transcurra sin que medien hormonas de sustitución administradas a la madre durante el parto. Parece que el feto también libera oxitocina, lo cual contribuye al comienzo del trabajo de parto a la vez que puede configurar la propia capacidad del bebé para liberar la hormona del amor.

«La oxitocina está presente en la leche humana; es decir, el bebé que es amamantado absorbe cierta cantidad de la hormona del amor a través del tracto digestivo».

En este mismo sentido, estamos en estos momentos conociendo más acerca del papel de la oxitocina en la lactancia. Se ha comprobado el hecho de que cuando una madre oye una señal de su bebé con hambre, se produce un aumento en los niveles de oxitocina, por lo que podemos establecer un paralelismo entre la excitación sexual que comienza antes de que exista cualquier tipo de contacto físico. Tenemos entonces niveles igualmente elevados de oxitocina liberados por una madre en el momento en el que el bebé mama que durante un orgasmo, lo que constituye otro paralelismo entre estas dos situaciones en la vida sexual. Aún más, la oxitocina se encuentra presente en la leche humana. Dicho de otro modo, el bebé que es amamantado absorbe cierta cantidad de la hormona del amor a través del tracto digestivo. Y cuando nos encontramos compartiendo una comida con más personas, también incrementamos nuestros niveles de oxitocina. La única conclusión posible es que la oxitocina es una hormona altruista, una hormona del amor.

Así, cualquier episodio de la vida sexual se caracteriza por la liberación de una hormona altruista, y esto también se refiere a la liberación de sustancias morfina-like. Este tipo de endomorfinas actúan como hormonas del placer y como analgésicos naturales. Durante el acto sexual se liberan niveles altos de endomorfinas, por lo que para la personas que padecen de migraña, las relaciones sexuales se convierten en un remedio natural contra ese dolor de cabeza. Existe al respecto mucha documentación acerca del uso por parte del organismo de estas sustancias en diferentes tipos de animales.

«En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, y a la inversa, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento probablemente influye en otros aspectos de nuestra vida sexual»

Pongamos como ejemplo el caso de lo hámster y las betaendorfinas, cuyos niveles en sangre aumentaron en 86 veces en ejemplares machos después de la quinta eyaculación en comparación con los animales del grupo de control. En esta misma línea se han realizado estudios en humanos que profundizan en el papel de la liberación en sangre de endorfinas durante el trabajo de parto y el parto. Como consecuencia de estos nuevos estudios, ha salido a la luz el tema del dolor y si éste es psicológico o resultado de condicionamientos culturales, asunto que ha formado parte del debate con argumentos que podemos situar en hace 40 años. Hoy por hoy damos por aceptado el concepto de dolor psicológico, aunque también existe un sistema de compensación cuya finalidad es regular el uso de sustancias opiáceas naturales por parte del organismo humano. Ése es sólo el comienzo de una larga serie de reacciones. Por ejemplo, las betaendorfinas liberan prolactina, una hormona que le da el toque final a la maduración de los pulmones del bebé y que es igualmente necesaria para la secreción de la leche materna. También la oxitocina ayuda en este caso a la subida de la leche.

Este aparentemente simple hecho de liberación de endorfinas durante el proceso del nacimiento nos dice que en los 90 no podemos ya separar el estudio del dolor del estudio del placer, dado que el sistema que nos protege del dolor es el mismo que nos produce el placer. Durante el parto y nacimiento, el bebé libera sus propias endorfinas, de lo que se deduce que, en la hora siguiente al nacimiento, tenemos a una madre y a un bebé impregnados de opiáceos. Es entonces cuando se establece esa relación de apego o vínculo, ya que los opiáceos crean un estado de dependencia. De igual manera, cuando los individuos de una pareja sexual se encuentran uno junto al otro e impregnados de opiáceos, se crea otro tipo de dependencia muy similar a la relación de apego entre una madre y su bebé. Teniendo en cuenta que la lactancia es necesaria para la supervivencia de los mamíferos, no sorprende advertir

que existe un sistema interno de recompensa que anima a la madre a dar el pecho. Cuando una madre amamanta, en veinte minutos alcanza el nivel máximo de endorfinas; así, al bebé le ha recompensado la crianza desde que la leche humana contiene endorfinas. Éste es el motivo por el que algunos bebés se muestran como “elevados” después de mamar.

«Durante el acto sexual se liberan niveles altos de endomorfinas, por lo que para la personas que padecen de migraña, las relaciones sexuales se convierten en un remedio natural contra ese dolor de cabeza»

Nuestros conocimientos acerca de las endorfinas es aún muy reciente. Hace sólo 20 años, Pert y Snyder publicaron un artículo histórico en la revista Science donde revelaban la existencia de células sensibles a la recepción de opiáceos en el tejido nervioso de los mamíferos. Entonces, si el sistema nervioso humano contiene células sensibles a los opiáceos, podríamos pensar que el cuerpo humano es capaz de producir alguna sustancia o sustancias muy similares a las que segrega el opio (5). En cuanto se entiendan por completo estos datos científicos publicados, dispondremos de una nueva base de la que partir a la hora de afrontar temas como la relación entre el placer y el dolor, el comportamiento masoquista y sádico, la filosofía del sufrimiento, el éxtasis religioso y los sustitutos de la satisfacción sexual, por citar sólo unos pocos temas a modo de ejemplo.

«Durante el parto y nacimiento, el bebé libera sus propias endorfinas, de lo que se deduce que, en la hora siguiente al nacimiento, tenemos a una madre y a un bebé impregnados de opiáceos»

Tanto la oxitocina, hormona del amor, como las endorfinas, hormona del placer, forman parte de un complejo equilibrio hormonal. Pongamos como ejemplo un caso de liberación de oxitocina de modo repentino. De acuerdo a un equilibrio hormonal, podemos dirigir la necesidad de amar en direcciones diferentes. En el caso de una madre con niveles altos de prolactina, ésta, en su trato con el bebé, tiende a concentrar su capacidad de amar hacia su bebé. Cuando los niveles de prolactina son bajos, como ocurre normalmente en los casos de madres que no dan el pecho, el amor es dirigido entonces hacia una pareja sexual, y es que la hormona necesaria para la secreción de la leche materna, la prolactina, disminuye el deseo sexual. Cuando un hombre tiene un tumor por el que segrega prolactina, el primer síntoma es la impotencia sexual. Los fármacos “antiprolactina” pueden ser inductores de sueños eróticos.

Es bien conocido el hecho de que, entre muchas especies de mamíferos, la madre que amamanta no es receptiva al macho. Es más, en muchas sociedades tribales, hacer el amor y amamantar son actos considerados incompatibles. Podemos decir que desde el advenimiento del modelo grecorromano de monogamia estricta viene dándose una cierta tendencia a reducir dar el pecho por medio de esclavas, nodrizas, leches animales o preparados lácteos.

Adrenalina y contacto visual

Existen hormonas que inhiben ciertos episodios de la vida sexual, hormonas de la familia de la adrenalina que son liberadas cuando los mamíferos tienen miedo o sienten frío. Este tipo de hormonas, denominadas “de emergencia”, son las que nos proveen de la energía necesaria para protegernos en caso de lucha o de huida. En el caso de una hembra mamífero amenazada por un depredador potencial cuando ésta se encuentra pariendo, este tipo de adrenalina permite a la madre posponer el proceso del nacimiento, parándolo y retrasando ese momento con el fin de impulsar a la madre a lucha o huir del peligro. Es bien sabido por los ganaderos que es imposible ordeñar a una vaca asustada.

Ahora bien, los efectos de la adrenalina durante el proceso del nacimiento prueban ser más complejos en este caso. Ambos, la madre y el bebé, experimentan picos de adrenalina durante las ultimísimas contracciones que preceden al nacimiento. Con ello se permite y facilita a la madre estar alerta cuando nace el bebé; además, para los mamíferos supone una ventaja añadida, ya que liberan energía suficiente para proteger al recién nacido. Otro de los efectos derivados de tal cantidad de adrenalina disponible en el organismo del feto es que, igualmente, éste entra en el nacimiento en estado de alerta, con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas, de ahí la fascinación de las madres por la mirada de sus criaturas recién nacidas. Aparentemente, este contacto visual representa para los humanos una piedra de toque fundamental en el comienzo de la relación madre-bebé. Hemos de destacar en este punto que las hormonas de la familia de la adrenalina, tan generalmente relacionadas con la agresión, cumplen un rol muy específico en la interacción madre-bebé durante la hora siguiente al nacimiento.

El cerebro primitivo

En los seres humanos, el principal órgano en funcionamiento durante cualquier actividad sexual es el cerebro. Las ciencias biológicas modernas ven el cerebro como una glándula primitiva que secreta hormonas, pero sólo las primitivas estructuras del cerebro y las que rodean al hipotálamo –aquéllas que compartimos hasta con los mamíferos más primitivos– están activas durante la relación, el nacimiento y la lactancia. Los humanos tenemos un neocórtex –estructura cerebral recientemente descubierta– que alberga al intelecto sobre y alrededor de la estructura cerebral primitiva. Cuando este cerebro racional es sobreestimulado, tiende a inhibir la acción del cerebro primitivo. Durante el proceso del nacimiento, hay una etapa en la que a la mujer de parto le da la

sensación de estar en otro planeta; para llegar a ese “otro planeta”, ha tenido que cambiar su nivel de conciencia reduciendo la actividad del neocórtex. Y al contrario, durante el proceso del nacimiento y cualquier experiencia sexual, una estimulación del neocórtex tiene un efecto inhibitorio: una conversación lógica, sentirse observada, luces fuertes, etc. Hay pocas parejas que puedan hacer el amor si se sienten observadas o si sus neocórtex se encuentran estimulados por luces fuertes o pensamientos lógicos.

Resulta irónico que los mamíferos no humanos, cuyo neocórtex no está tan desarrollado como el nuestro, cuenten con una estrategia para dar a luz en privado. La sensación de seguridad es un requisito previo para mantener el estado de privacidad. Para uno sentirse seguro, antes debe de sentirse protegido. Recordemos que las primeras comadronas eran normalmente las madres de las mujeres que estaban dando a luz. Otras comadronas que sustituían a la figura materna debían ser, sobre todo, personas protectoras.

«Durante el proceso del nacimiento, hay una etapa en la que a la mujer de parto le da la sensación de estar en otro planeta; para llegar a ese “otro planeta”, ha tenido que cambiar su nivel de conciencia reduciendo la actividad del neocórtex»

Tratar la sexualidad como un todo supone tener en cuenta muchas implicaciones. En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, y a la inversa, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento probablemente influye en otros aspectos de nuestra vida sexual.

Es necesario un completo trabajo para estudiar estas correlaciones, las cuales están basadas en muchos textos antropológicos de la muy reciente y moderna etnología, como el trabajo de Malinowski The Sexual Life of Savages (7) y los estudios de Margaret Mead. Nos encontramos con las mismas correlaciones cuando comparamos las últimas estadísticas relacionadas con el nacimiento del s. XX en los países de Europa: los nacimientos son más fáciles en Suecia que en Italia.

Por supuesto, amor y sexualidad no son sinónimos. Nadie puede definir el amor, ni nadie puede analizar con precisión los distintos tipos de amor. La última forma de amor entre los humanos debería de ser el amor a la Naturaleza, un gran respeto hacia la Madre Tierra. Durante la primera hora que sigue al nacimiento, el primer contacto del bebé con su madre es un período crítico en el desarrollo de la capacidad de respeto a la Naturaleza. Debe de existir algo en común entre la relación con la madre y la relación con la Madre Tierra. Debe de haber algunas, muy pocas, culturas en la que no exista excusa alguna para interferir en el primer contacto entre la madre y el bebé. En estas culturas, la necesidad de dar a luz en la intimidad siempre se ha respetado, culturas que se han desarrollado en sitios donde los humanos tenían que vivir sus vidas en armonía con el ecosistema, donde resultaba una ventaja desarrollar y mantener el respeto hacia la Madre Tierra.

Cuando el proceso del nacimiento se vea como un período de suma importancia en el desarrollo de la capacidad de amar, ocurrirá la revolución en nuestra visión de la violencia.

Michel Odent

Publicado en la Revista Ostare nº 7, invierno 2002 (pp.46-50)

www.obstare.com

BIBLIOGRAFÍA

1. Carmichael, M.S., Humber, R., et al., (1987): Plasma oxytocin increases in the human sexual response. J. Clin. Endocrinol. Metab. 64: 27. 2. Egli, G.E., Newton, M. (1961): Transport of carbon particles in human female reproductive tract. Fertility and Sterility, 12: 151-155. 3. Mead, M. (1948): Male and Female. New York, William Morrow and Co. 4. Reich, W. (1968): The Function of Orgasm. London: Panther Books. 5. Pert, C.B. and Snyder, S.H. (1973): Opiate receptor: A demonstration in nervous tissue. Science 179: 1011-1014. 6. Odent, M. (1987): The foetus ejection reflex. Birth 14:104-105. See also Odent, M. (1991). Fear of death during labour. J.of Reproductive and Infant Psychology, 9:43-47. 7. Malinowski, B. (1919): The Sexual Life of Savages. New York, Harvest Books.

jueves, 22 de octubre de 2009


Los Portadores de Sueños, de Gioconda Belli.

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.


Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.


Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.


Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.


Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.


Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.


Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban y los hacían correr y hablar.


De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.


Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.

Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales tuvieron algo que ver con esto,
la verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.


Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.


Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.


Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.


Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.


Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.


Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.


Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.


Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Michel Odent


Mamíferos Ejemplares- Michel Odent

Mamíferos ejemplares

Michel Odent, pionero en los años ’70 de lo que hoy se conoce como parto humanizado –con menos intervención médica y pleno protagonismo de la parturienta–, discute ahora ese concepto: mejor sería “animalizar” ese momento para que las hormonas hagan su proceso. De paso por Buenos Aires para presentar su último libro, relaciona la supervivencia de la especie humana con el modo en que llegamos al mundo.


Por Roxana Sandá

–¿La única forma de explicar el parto es comprendiendo que somos una especie mamífera?


–La prioridad es, justamente, que todos los mamíferos tienen necesidades comunes. Todos necesitan sentirse seguros para parir, y la adrenalina asociada al miedo impide la liberación de oxitocina, la hormona clave del parto. A partir de esto, se advierte que los mamíferos tienen una estrategia para no sentirse observados pariendo: es como si “supieran” que la oxitocina es la llamada “hormona tímida”, que no se muestra si hay gente alrededor. Podría decirse que la prioridad es “mamiferizar” el parto en lugar de humanizarlo.


–¿A partir de esto, el parto surgiría como un acontecimiento instintivo puro?


–Antes debe aclararse que existen particularidades propias del nacimiento humano ligadas al extraordinario desarrollo de nuestra especie, del cerebro que piensa: el neocortex. Durante todas las experiencias sexuales, comprendiendo el parto, las inhibiciones provienen del potente neocortex. Pero la naturaleza encontró una solución para sobrellevar ese handicap humano: durante el parto, el neocortex debe ponerse en reposo y parar de controlar al cerebro instintivo. Es necesario entonces evitar todas sus estimulaciones durante ese proceso, en particular la del lenguaje. Cuando el neocortex reposa, tenemos mayores similitudes con los otros mamíferos, que paren más fácilmente que los humanos.


–¿El amor puede entenderse, entonces, como la intuición más arcaica puesta al servicio del parto?


–Es bastante habitual afirmar que la solución a nuestras crisis ecológicas exigirá cambios en la investigación científica, la tecnología, las actividades económicas, las estructuras sociales y políticas, y en nuestros valores y sistemas filosóficos. Aún se debe reconocer que la solución al conflicto entre la humanidad y el planeta Tierra depende, en primer lugar y sobre todo, de la manera en la que el homo evolucione. En último término, los problemas más urgentes con los que debe enfrentarse la humanidad están vinculados a diferentes aspectos relacionados con la capacidad de amar, incluyendo un interés compasivo por las generaciones venideras. Por este motivo, la “cientificación del amor” se debe reconocer como un aspecto esencial de la revolución científica.


REDESCUBRIR LA ENERGIA DEL AMOR


Durante las jornadas que culminarán este lunes, Odent hará honor a su fama de representante incansable de la causa internacional por una comprensión diferente del inicio de la vida, y descubrirá algunos conceptos esenciales de su publicación más reciente, Ecología prenatal, de Editorial Creavida. “Podríamos estar acercándonos al día anticipado por Teilhard de Chardin en 1934. El afirmó que una vez dominados el espacio, los vientos, las mareas y la gravedad, los seres humanos aprenderían a controlar las energías del amor. Entonces, por segunda vez en la historia del mundo, el hombre habrá redescubierto el fuego.”


–En este libro sostiene que en el mundo falta la energía del amor y que ésta se adquiere al nacer. ¿Cómo podemos hacer para dejar de perturbar ese acontecimiento?


–La capacidad de amar se desarrolla muy temprano en la historia del individuo, y el período del nacimiento parece ser más importante de lo que creíamos hasta ahora. Esa es la razón por la cual en la actualidad es necesario redescubrir las necesidades básicas de la mujer que pare y las del recién nacido. Será difícil después de milenios de partos controlados por medios culturales, pero es posible desde la perspectiva de los fisiólogos.


–¿Cuáles son las necesidades básicas de una mujer durante el trabajo de parto?


–Sentirse segura sin sentirse observada, en un lugar suficientemente cálido y protegida del lenguaje. La mejor situación que conozco para un parto rápido y fácil es que no haya nadie alrededor, salvo una partera experimentada y silenciosa, susceptible de jugar el rol de figura maternal.


–¿Es mejor parir en casa que en una institución médica?


–Para las mujeres que se sienten más seguras en sus casas con una partera silenciosa, sí.


–¿Por qué es contrario a la presencia del padre en el parto?


–Es normal que un hombre que ame a su mujer libere hormonas del estrés mientras ella está pariendo. Esto es contagioso y puede hacer que el parto sea más largo, difícil y peligroso.


–Algunos investigadores postulan que el espacio correcto para dar a luz es el mismo que para hacer el amor.


–Es que para hacer el amor también hay que liberar oxitocina, la “hormona tímida”.


–¿Las hormonas que actúan en el parto, en especial la oxitocina, son sólo útiles para la contracción del útero o tienen además efectos a posteriori sobre el comportamiento de la madre y el desarrollo del bebé?


–En la actualidad está bien demostrado que parir es liberar un cóctel de hormonas del amor. Los efectos de la oxitocina sobre el comportamiento de la madre son estudiados en profundidad desde finales de los setenta.


–¿Las formas modernas de nacer tienen consecuencias negativas?


–Reformulemos la pregunta: ¿cuáles son las consecuencias posibles, en términos de civilización, de partos sin liberación de la hormona del amor?


–¿De qué manera observa las generaciones de criaturas nacidas bajo los efectos de la epidural o la cesárea?


–Me pregunto cuál es el futuro de una civilización sin hormonas del amor. En los humanos siempre hay que pensar en términos de civilización.


–¿Deberían buscarse nuevas respuestas sobre los aspectos positivos de la atención del parto institucional o su medicalización para mejorarlo?


–Los efectos positivos son demasiado evidentes para mencionarlos en detalle. La cesárea, por ejemplo, fue originalmente una magnífica intervención de salvataje, pero ¿cuál es el futuro de una civilización nacida por cesárea?


–¿Qué significado tiene una bañera con agua templada durante el trabajo de parto?


–En caso de que la primera fase del parto haya sido larga y difícil, la inmersión en el agua a la temperatura del cuerpo puede bajar la tasa de adrenalina. Es decir, facilitar la liberación de oxitocina y, por lo tanto, hacer que las contracciones sean más llevaderas. En conclusión: evitar medicamentos.


–¿La manera en que nacemos nos afecta para toda la vida?


–Cualquiera que visite nuestro banco de datos (www.birth works.org/primalheath) se convencerá de que la manera de nacer tiene efectos a largo plazo (n. de la r.: en el sitio se refiere a una correlación entre la manera en que transcurrió el parto y la delincuencia juvenil. El autismo, el suicidio en la adolescencia y la anorexia nerviosa son otros ejemplos). Pero digamos una vez más que en los seres humanos es necesario pensar primero en términos de civilización.


–¿Cómo concientizar a los profesionales de las instituciones de salud para que pongan en práctica el parto humanizado o, en todo caso, cómo escapar de la industrialización del parto?


–Combinando el lenguaje del corazón con el lenguaje científico. Hay que entrenarse para ser bilingüe.

Una vida trayendo vidas- INA MAY GASKIN

La partera que revolucionó los nacimientos en el siglo XX, Ina May Gaskin, en la comunidad de La Granja, en Tennessee, Estados Unidos, visitó la Argentina y resaltó que las mujeres deben ser tratadas como diosas en el momento de parir, pero que no sólo en los partos en el hogar se puede llegar a nacimientos plenos. También incentivó a que las madres eviten la culpa y que la maternidad ofrece muchas oportunidades para conectarse con los hijos. Tiene 69 años, atendió 1200 partos en los que no murió ninguna mujer y sólo tuvo que recurrir en el 1 por ciento de los casos a cesáreas. Una historia de vida de una mujer que se dedicó a traer vidas.
Por Luciana Peker

Ina May Gaskin es la pionera en realizar partos en el hogar, en un lugar conocido como La Granja, en Tennessee, Estados Unidos, un icono de una comunidad sesentista que no pasó de moda y fue más allá del símbolo de la paz, pisoteado por los años. Ella se convirtió en esa década de nuevas búsquedas en partera (cuando conoció a Stephen, su actual marido, en 1968, después de su primer, y traumático parto, y él le enseñó cómo no tener miedo y ayudar a la gente a relajarse). Después, ella quiso aprender con Stephen a amarse para toda la vida y perduró no sólo en el amor: también, como partera profesional.

Pero ella no es una neohippie reivindicada, es, genuinamente, quien cambió el mundo de los nacimientos. Por eso, después de atender 1200 partos domiciliarios, a los 69 años, se convirtió en una experta en cómo ayudar, alentar y animar a las mujeres que dan a luz. Ella dice que, a pesar de sus arrugas y sus años, sigue ayudando a alumbrar porque la adrenalina es tan fuerte como una droga ilegal. Lo dice y se ríe. Lo dice y acaricia a Ulises Uriel, que tan sólo tiene 18 días y nació precoz, pero se acurruca entre sus brazos y se enlaza con los dedos amorosos y marcados por el tiempo y la vida de Ina. Ella contiene sus brazos para que Ulises sepa que sigue abrazado y abrigado como en la panza y desliza sus dedos –adornados con un anillo azul eléctrico que también marca sus ganas de color y coraje– para que el recién llegado sienta que hay aires de amor que acunan su sueño. Y, sienta o no la cuna de una de las parteras más revolucionarias del siglo XX, él concilia el sueño.

Pero la sabiduría de Ina no se muestra sólo en ser una de las primeras mujeres que pusieron el cuerpo en hacer que el cuerpo de las mujeres (y no la palabra de los/las médicos) vuelva a ser protagonista de los nacimientos. La experiencia volcada en su dulzura y reflexión serena (que no suena radicalizada, sino amparadora de quien la escucha) también se demuestran en su flexibilidad, que aleja prejuicios y culpas: ella apunta a que los varones participen del nacimiento, a no hacer sentir en falta a las mujeres que no se animan a un parto domiciliario aunque compartan su filosofía y a que la actitud frente a la maternidad –si bien cree que está marcada por el momento inicial de la llegada al mundo– puede afrontarse con una mejor energía en cualquier momento de la vida.

Ina May Gaskin fue la presidenta de la Asociación de Parteras de Norteamérica y su apellido es el emblema de una técnica que descubrió en su trabajo –casi artesanal de alentar a las mujeres a resoplar sus fuerzas cuando la debilidad, el cansancio y el dolor fatigan la autoestima para continuar con el trabajo de parto– que se conoce como la “maniobra Gaskin” para resolver una mala posición en los hombros de los bebés.

Es la autora del libro Partería Espiritual (la naturaleza del nacimiento, entre el amor y la ciencia (publicado en la Argentina por Mujer Sabias Editoras) que recopila toda su experiencia de vida de traer vidas. También realizó su Guía para el parto. Y sigue escribiendo –ahora, por ejemplo, sobre la lactancia– y sigue acariciando, callando y pujando sus palabras para alentar a las mujeres a parir y a criar con amor y fuerza, como una antigua hechizera y una moderna experta que sabe acariciar –como a Ulises, el bebé que acaba de parir la partera argentina Marina Lembo– y que de eso enseña y de eso sigue aprendiendo. Ina visitó, por primera vez, la Argentina, invitada por el Proyecto Escuela de Parteras Comunitarias del siglo XXI (que motorizan la doula y comunicadora Sonia Cavia y la partera Marina Lembo con otras 32 mujeres más) y contó su historia de vida, brindándose, como en sus partos y como en su vida, a dar vidas.

¿Sólo puede haber partos plenos y disfrutables en las casas, granjas o lugares alternativos o también pueden existir partos dignos y lindos en un hospital porque una mujer no se anima o no puede tener a su bebé en su casa?

Ina May Gaskin: –Es posible tener un buen parto en un hospital, pero tiene que haber gente muy sensible para poder asistir a las mujeres. El más mínimo detalle puede hacer perder toda la energía que se mueve en el nacimiento.

¿La atención de los sanatorios privados es más cuidada y la de los hospitales públicos es más brutal o no hay diferencias entre la atención sanitaria paga y gratuita?

Ina: –El resultado es el mismo: la madre es disminuida. Es una falsa distinción entre lo público y lo privado. Las mujeres son disminuidas de la misma manera en ambos sitios.

Se está empezando a escuchar a mujeres que sienten culpa de no tener a sus bebés en sus casas. ¿Cómo hacer para promover los partos humanizados sin que las mujeres que no se animan o no pueden –por riesgos en su salud, porque su marido no las apoya, porque no tienen medios económicos, porque tienen miedo, etc.– no se sientan culpables?

Ina: –Es verdad que estos discursos, a veces, provocan una división en las mujeres que se sienten de un lado o del otro. Pero los partos domiciliarios pueden llegar a un 5 por ciento del total de los nacimientos que es una porción muy pequeña del total de alumbramientos. Pero es importante poder contar lo que sucede en estos partos: que las mujeres pueden vivir una experiencia linda y gozosa y que el bebé puede nacer en buenas condiciones. Es muy precioso eso que ocurre aunque sea sólo en el 5 por ciento de los casos. Y lo ideal es que eso se disemine. Es importante recordar esa energía intangible y que es muy fácil que sea ignorada. Sin embargo, no es una característica necesaria que se produzca sólo en los partos domiciliarios. En realidad, en el hospital se podría tener partos con conciencia de esa energía. Pero sólo con esa conciencia se puede generar un cambio.

Hoy se habla mucho del embarazo y el parto. ¿Pero cómo se aplica esta filosofía de maternidad a lo largo de la crianza de los hijos e incluso cuando crecen y son jóvenes o adultos/as?

–Mi hijo Pablo tiene 35 años y vive en Nueva York y yo lo sigo cuidando. Una cree que cuando cumplen 18 años se terminaron las responsabilidades, pero la maternidad sigue toda la vida.

La mayoría de las madres modernas sienten culpa: porque trabajan, porque no dieron la teta, porque no van todas las tardes al jardín de infantes o no pueden comprar una play station. ¿Qué se hace con esa culpa impuesta por la sociedad pero sentida por las mujeres?

–También es bueno practicar el perdón a una misma. Hay que ser compasiva con una como madre. Nunca se habla del padre perfecto, pero sí de la madre perfecta (risas).

¿Cuál fue su experiencia como madre? ¿Ha sentido culpa?

–Con mi primera hija, Sidney, que se murió a los 20 años, de cáncer de cerebro, viví una experiencia difícil. Cuando nació ella, yo tenía 26 años y era muy inocente e ignorante. En ese momento, se hacían fórceps de rutina. Y yo ni siquiera sabía que podía buscar otro obstetra. Tuve mi primer parto con fórceps y fui muy abusada. Mi estrategia fue quedarme callada para pasar inadvertida. El trabajo de parto fue lindo y me pude convertir en un animal pariendo. Pero cuando sentí necesidad de pujar me dieron anestesia que no era peridural y sí muy peligrosa. Ahí entré en una situación de tortura medieval y cuando nace mi hija nos separan por un día entero. Eso dejó una herida muy grande en mi relación con esta hija. Pero yo me podría haber dejado quebrar por esta herida y porque no pude ser una buena madre con ella. Reparé con mis otros tres hijos: Eva María, de 37 años; Pablo, de 35, y Samuel, de 34. Pero durante su enfermedad –que le llevó un año entero– luché por Sidney: fui una fiera luchando por ella y mi hija pudo ver una madre diferente y recién, 19 años después, pude reparar ese proceso. Pude estar en el momento cuando murió mi hija y tenía la cara exactamente igual a la de un recién nacido.

¿Cómo fueron los partos de sus otros hijos? ¿Siente que la diferencia en el momento del nacimiento también la marcó de una manera distinta como madre?

–Mis otros hijos fueron directo a las manos de las parteras de la comunidad y seguro que me marcaron de una manera diferente. Cuando en La Granja decidimos hacernos cargos de los nacimientos y se formó una hermandad entre las mujeres que asistían tu parto te trataban como una diosa en el acto pleno de parir.

¿Cómo nace su pasión por ser partera?

–Cuando Sidney tenía un año y medio, mi ex pareja me dijo “Vamos a ser hippies y vamos a California a escuchar a un hombre llamado Stephen”. Ahí conocí a Stephen (que es mi actual marido) y a otras mujeres que habían pasado por la misma experiencia que yo del parto con fórceps y que habían decidido no ir más al hospital. Me pareció muy valiente y me propuse volver a recuperar la conciencia de que cada nacimiento tiene que ser sagrado.

VIOLENCIA OBSTETRICA:

La nueva ley de género respalda los partos respetados

En la nueva Ley de Violencia de Género (aprobada en marzo de este año) se incluyó la violencia obstétrica como una de las formas de violencia contra las mujeres. ¿Creen que se puede usar esta nueva norma para disminuir o erradicar los maltratos y falta de escucha a las parturientas?

Ina May Gaskin: –Por lo menos es un comienzo, en Estados Unidos no existe este tipo de ley.

Sonia Cavia: –Que hayan incluido la violencia de género entre la violencia obstétrica es un reconocimiento del movimiento feminista a la violencia en el parto y, políticamente, dentro de lo que es el movimiento de mujeres, representa un gran paso.

¿Cuánto les puede servir a las mujeres esta nueva norma?

Sonia: –No lo sé, pero sí es un reconocimiento político a la violación a los derechos humanos que existe en los partos en la Argentina.

¿Se pueden presentar amparos previos a los nacimientos para garantizar que en el hospital o sanatorio se cumplan con determinadas condiciones (por ejemplo, el ingreso del padre a la sala de parto) que pida la pareja o la mujer?

Sonia: –Es una herramienta legal más. Un amparo refuerza el pedido de la pareja. Pero, en los hechos, es muy complicado reclamar para una mujer embarazada, en el momento del parto y del posparto.





TENDER LA URDIMBRE


El parto es una cuestión de poder
Casilda Rodrigáñez Bustos

INTRODUCCION
La primera duda sobre el parto, es decir, sobre todo lo que normalmente se asocia a un parto: dolor, dificultades y riesgos diversos, médicos, controles de embarazo, salas de parto, epidurales, llanto y reanimación de bebés, etc., nos alcanzó al darnos cuenta de que la Biblia dice a la mujer 'parirás con dolor', en tiempo futuro; es decir, que de algún modo también se dice que no había sido así en el pasado ni lo era, al menos de forma generalizada, en aquel presente, hacia el 2000-2500 a.c.
Podemos ya datar el comienzo del parto con dolor y del nacer sufriendo, porque desde hace unas décadas estamos presenciando los efectos de la llamada 'revolución arqueológica' (1) que comienza después de la II Guerra Mundial. Se trata del desenterramiento físico de la sociedad pre-patriarcal, que los padres de nuestra civilización habían conseguido mantener oculta para la gran mayoría. Este desenterramiento físico nos está desvelando la verdad histórica que yace oculta en los mitos sobre nuestros orígenes divulgados por las diferentes culturas y religiones. Mitos que en general han manipulado y cambiado el sentido de los grandes cambios sociales, guerras y acontecimientos que tuvieron lugar a lo largo de 3000 años de transición y consolidación de la sociedad patriarcal, con el objetivo de borrar de la memoria y de la imaginación el modo de vida anterior.
La duda suscitada por el 'parirás con dolor' se convirtió en legítima sospecha cuando leímos a Bartolomé de las Casas (2) quien, entre otras cosas interesantes, dice que las mujeres del Caribe de hace 500 años parían sin dolor -la generalización del patriarcado no alcanzó aquellas islas hasta la llegada de la expedición de Colón-.
Voy a tratar de explicar brevemente las dos grandes interrogantes que esto, el que se pueda parir y nacer sin sufrimiento, nos plantea: el cómo y el por qué. El cómo fisiológicamente puede haber esa diferencia abismal en los partos, y el por qué se produjo el cambio.
1.- PARIR Y NACER SIN DOLOR ES POSIBLE (3)
La diferencia entre un parto y un nacimiento con dolor o con placer creemos que reside en la sexualidad y en el deseo sexual de la mujer. Si se trata de una mujer que ha desarrollado su sexualidad desde la infancia, y su cervix se abre en un proceso de excitación sexual, o si se abre sin ese proceso. Esta afirmación requiere entender lo que es el útero:
El útero es una bolsa de tejido muscular de fibra lisa y de fibra estriada, con una puerta de salida que puede cerrarse herméticamente y abrirse hasta los famosos diez cm. para que salga el bebé. La bolsa uterina integrada en el cuerpo de la madre fué un gran invento evolutivo que resolvió de forma prodigiosa la contradicción entre la consistencia del envoltorio protector para que crezca el embrión, y su salida al llegar a término. Pues el tejido muscular es fuerte y al mismo tiempo elástico y flexible; elástico para albergar a la criatura según va creciendo, fuerte para apretar las fibras musculares del cuello y aguantar 10 ó 12 kgs. de peso contra la fuerza de la gravedad (somos mamíferas que adquirimos la posición erecta, dejando el orificio de salida a merced de la gravedad), y flexible para la total relajación y apertura de la salida. Y todo esto con un dispositivo de cierre y apertura que se activa mediante las conexiones neuromusculares y la sexualidad de la mujer. Este dispositivo de apertura no es otra cosa que el orgasmo y el proceso de excitación previa, pues no es el dolor, sino el placer, como decía Ola Raknes (4), lo que hace rodar la rueda de la vida. El Poder ha creado el Valle de Lágrimas, pero la vida es el Jardín del Edén.
Veamos cómo van encajando las piezas del puzzle: sabemos que la oxitocina que se inyecta en vena para provocar o acelerar un parto, es la misma hormona que segregamos durante la excitación sexual. Sabemos (Masters y Johnsons (5)) que en todo orgasmo femenino se producen contracciones uterinas. También, según, la sexóloga y psicoanalista Maryse de Choisy (6), que el verdadero orgasmo femenino es cérvico-uterino, al menos en su origen. Quizá no lo hayan relacionado con el parto, pero en zonas remotas de Arabia Saudí, la mujer que está de parto se ve rodeada de mujeres que bailan la danza del vientre, "hipnotizándola con sus movimientos rítmicos ondulantes para que también ella se mueva a favor del cuerpo en lugar de moverse contra él" (7). Y las mujeres de la India visualizan e imaginan pétalos de loto desplegándose para favorecer la apertura del cérvix. (7)
Detrás de la famosa 'danza del vientre', está, aunque nos la hayan ocultado, la danza del útero.
Hay diferentes testimonios escritos de la Antigüedad, que hablan de úteros que se movían. Platón decía que el útero era un animal que vagaba por el cuerpo de la mujer y que se enojaba cuando estaba insatisfecho; en el Corpus hipocrático del siglo IV a.c. se menciona varias veces el 'vientre errante' de las mujeres. Areteo de Capadocia en el siglo II escribió que el vientre de la mujer 'es un animal dentro de un animal' porque vaga por su cuerpo (8).
En la Grecia clásica se asociaba el desplazamiento hacia arriba del útero con los trastornos nerviosos o 'histéricos' (ya sabemos que histeria viene de hysteron, útero), y trataban de curar la enfermedad y de mover el útero aplicando olores tóxicos en la boca y la nariz (9).
El útero se representaba con un pez en el expresivo arte neolítico de la Vieja Europa (1), dedicado no a la manipulación sino a la recreación de la vida; y hay imágenes de mujeres con un pez dibujado en el vientre; el mismo útero se representaba por todas partes, en las cenefas y frisos; su repetición rítmica, en serie, entre huevos y espirales, etc. representaban la evolución y la generación periódica de la vida. Y el movimiento erótico de la mujer con ondas serpenteantes sobre sus cuerpos o que salían de los pechos y del útero. Durante al menos 5 milenios fué el útero y no el corazón el símbolo del amor y de la vida, representado en todo tipo de objetos; al igual que la serpiente, símbolo aún más generalizado de ese movimiento erótico, de la sexualidad de la mujer, durante varios milenios de civilización no patriarcal. Han habido muchas otras representaciones simbólicas del útero y de la sexualidad de la mujer desconocida en nuestro mundo, que no podemos detallar aquí.
Sabemos que cuando la mujer se excita sexualmente, el útero empieza a latir, como un corazón, pero un poco más lentamente; como una ameba que se contrae y se expande, como el latido del cuerpo de una rana (los Taironas representaban el útero con una rana (10). En cada latido, el útero también se extiende y desciende, con un movimiento ameboide, hasta hacerse incluso visible desde el exterior en estado de excitación fuerte. Por eso en la Grecia clásica la mujer frígida era la mujer que tenía el útero arrinconado arriba. Este palpitar del útero no es sino los movimientos rítmicos de su tejido muscular impulsado por la emoción erótica; lo que desde nuestra perspectiva patriarcal que ha eliminado el deseo de la función reproductora, llamamos 'contracciones’. La emoción erótica es la que hace palpitar el útero de modo placentero; y cuando la mujer recupera la sensibilidad y se restablece la unidad psicosomática útero-conciencia, como dice Merelo Barberá, (3) puede consciente o semi-inconscientemente acompañar ese movimiento, pues el útero también tiene conexiones neuromusculares con el sistema nervioso voluntario y el neocortex. Dejándonos llevar por la emoción erótica, las mujeres podemos, al igual que otras hembras mamíferas, 'empujar' los músculos uterinos, en el momento de la diástole de su latido, ampliando su onda expansiva, meciéndonos en la ola de placer, al mismo tiempo que mecemos a la criatura. Y sabemos que cuando el latido se convierte en las contracciones violentas de nuestros partos dolorosos, no solo las sufrimos nosotras, también la criatura las sufre (11).
El nacimiento es un acto sexual que se realizaría con la máxima gratificación del placer si la sexualidad de la mujer que pare no estuviese destruída. Incluso en nuestra sociedad, los que han investigado un poco el tema han censado una tasa de partos orgásmicos, mucho más elevada de lo que nos podemos imaginar (12), muchos de ellos dolorosos y orgásmicos al mismo tiempo.
Hay unos versos mesopotámicos, de los tiempos anteriores a la esclavitud de la mujer que dicen: Ninsurga, la gran madre, contrae la matriz y desencadena el parto (13). Esto nos da a entender que, con una sexualidad recuperada, la mujer podría incluso inducir, o contribuir voluntariamente a la inducción del parto. Por cierto que Ninsurga, también llamada 'Nintur' era conocida como 'la señora de la cabaña del nacimiento -o paridera' y como 'la señora del útero'.
(14)
En su último libro Frederik Leboyer (15) afirma:
¿Que hace sufrir a la mujer que da a luz? ... la mujer sufre debido a las contracciones... unas contracciones que no acaban nunca y que hacen un daño atroz, (pero son calambres! todo lo contrario de las 'contracciones adecuadas'. ¿Qué es un calambre? Una contracción que no cesa, que se crispa y se niega a soltar su presa y, por lo tanto, no 'afloja su garra' para transformarse en su contrario: la relajación en la que normalmente desemboca. En otras palabras, lo que hasta ahora se había tomado por contracciones 'adecuadas' eran contracciones altamente patológicas y de la peor calidad.¡Qué sorpresa! ¡Qué revelación! ¡Qué revolución en ciernes!.
Efectivamente, es una revolución, una revolución calostral como dice Michel Odent (16) porque la recuperación del parto y de la extero gestación son una misma revolución contra las bases mismas del Poder.
El parto duele porque los músculos que no se usan se atrofian y se agarrotan, y porque duele extender un músculo rígido, semiatrofiado. Sabemos que cuando los músculos quedan inmovilizados durante un tiempo por una escayola, necesitan ejercicios de rehabilitación para recuperar su elasticidad y su funcionalidad. Imaginemos lo que sería recuperar la elasticidad de un brazo de una persona adulta que ha permanecido inmovilizado toda su vida; imaginémoslo y desaparecerá la perplejidad que nos produce hoy el hecho de que se pueda parir con placer y de que pueda haber tanta diferencia entre una y otra clase de partos. Y si además tenemos en cuenta la conjunción de la inmovilización del útero con los factores del miedo y de la ignorancia, tendremos la explicación de por qué el 'parirás con dolor' es una ley que ha quedado 'atada y bien atada' por el Poder. Pues en cambio sí que se cuidan muy bien de que ignoremos todo sobre nuestra sexualidad y de que estemos bien informadas del dolor de los calambres del parto. Porque el miedo que se añade a la situación descrita, nos hace contraer los músculos en lugar de relajarlos y extenderlos, actúando en contra de la fisiología del parto; así nadamos en contra de las olas en lugar de a favor de ellas.
Tan rígido y contraído está el útero de una niña cuando llega a la adolescencia, que hasta la mínima apertura del cérvix para la menstruación produce fuerte dolor. Pero el útero es recuperable y sabemos de jóvenes que tenían reglas muy dolorosas, que han dejado de tenerlas después de adquirir conciencia de su útero, visualizándolo, sintiéndolo y relajándolo.
El útero es el centro del esqueleto erógeno de la mujer. Filogenéticamente está preparado para funcionar produciendo placer y no dolor, lo mismo que está filogenéticamente previsto que el coito sea placentero. Lo que no está filogenéticamente previsto son las violaciones, es decir, las relaciones de Poder de nuestra sociedad que obliga a hacer funcionar el aparato reproductor de la mujer sin deseo y sin proceso de excitación sexual. Como tampoco está previsto filogenéticamente, en el continuum de la especie humana, que una mujer se haga adulta sin desarrollar su sexualidad.
En resumidas cuentas, desde nuestro punto de vista, el 'parirás con dolor' [el 'no usarás tu útero'] es el correlato de la destrucción de la sexualidad de la mujer, hecho histórico que comienza con la nueva era de jerarquización y de relaciones de Poder de un sexo sobre otro, y que se consolida paralelamente a la consolidación y generalización de la sociedad patriarcal. Este hecho histórico ha sido en cierto modo reconocido incluso por el mismo Freud cuando afirma que 'el continente negro', la sexualidad desconocida de la mujer, tenía que haber sido objeto de una represión específica, remota y particularmente inexorable (17).
2.- )POR QUE NECESITA EL PODER QUE EL PARTO Y EL NACIMIENTO SEAN DOLOROSOS?
Estamos con la segunda pregunta: ¿por qué le estorba al Poder la sexualidad femenina? ¿Por qué necesita que el parto y el nacimiento sean dolorosos, y cómo consiguieron que fueran así?
La respuesta es: por la cualidad específica de la líbido materna y su función en la vida humana autorregulada, tanto en el desarrollo individual de cada criatura humana, como en las relaciones sociales, en la formación social.
Vamos a tratar de verlo más despacio:
Las producciones libidinales se producen en general para la autorregulación de la vida y para su conservación. La sensación de bienestar que producen sus derramamientos y acoplamientos es la guía -como antiguamente lo era la estrella polar para los navegantes- de que todo está funcionando armónicamente, que todo va bien. La líbido femenino-materna se sitúa precisamente en el principio, para acompañar la aparición de cada ser humano, y es imprescindible para que el desarrollo de cada criatura sea conforme a su condición y al continuum humano; para producir el bienestar y la autorregulación de la vida.
En todos los mamíferos hay un 'imprinting' o atracción mutua entre la madre y el cachorro, pero en la especie humana, que somos una especie neoténica con un prolongado periodo de exterogestación y no sólo de crianza, este 'imprinting' se produce con una enorme producción libidinal para sustentar todo ese periodo de inter-dependencia. M.Balint (18) afirma que se trata de un estado de simbiosis (y no una serie de acoplamientos puntuales) entre madre-criatura que necesariamente implica la mayor catexia libidinal de toda nuestras vidas.
Esta especialmente fuerte catexia libidinal, para contrarrestar el fenómeno neoténico y asegurar la supervivencia, explica el que las mujeres fueran las primeras artesanas y agricultoras, y el origen de la civilización humana, según informa ya la antropología académica. (19)
Porque la cualidad específica de la líbido materna es el devenir pasión irrefrenable por cuidar de la pequeña criatura (que es, por otro lado, quien la ha inducido); pasión por alimentarla, protegerla de la intemperie, del frío y de la sequías, para darla bienestar; esta pasión desarrolló la imaginación y la creatividad de las mujeres para recolectar, hilar, tejer, hacer abrigos, conservar y condimentar alimentos, hacer cacharros con barro, etc.etc. El cuidado de la criatura se convierte en la prioridad absoluta de la madre y a su lado, el interés por las demás cosas se desvanece. Es la condición misma, la cualidad del deseo y de la emoción materna, que para ese cuidado de la vida mana de los cuerpos maternos. Cualquier invento de amor espiritual no es sino una mala copia, un pálido reflejo de la intensidad, de la pasión y de la identificación absoluta del cuerpo a cuerpo madre-criatura. Y esta cualidad específica de la líbido materna, no es una casualidad ni una arbitraridad. El cuerpo materno durante la exterogestación es nuestro nexo de unión con el resto del mundo durante la etapa primal, porque desde ese estado de simbiosis se pueden reconocer nuestros deseos y necesidades; a la vez que ese estado potencia las facultades y energías necesarias para satisfacerlas.
Ahora bien, nuestra sociedad actual no tiene nada que ver con la vida humana autorregulada; desde hace 5000 años vivimos en una sociedad que no está constituida para realizar el bienestar de sus componentes sino para realizar el Poder de unos cuantos. Y por eso al Poder le estorba la sexualidad de la mujer, los cuerpos de mujeres que secretan líbido maternal.
Porque una sociedad con cuerpos femeninos productores de líbido materna es incompatible con todo el proceso cotidiano de represión que implica la educación de niños y niñas en esta sociedad. La socialización patriarcal exige que la criatura se críe en un estado de necesidad y de miedo; que haya conocido el hambre, el dolor, y sobre todo el miedo a la muerte, durante el parto por asfixia y luego por abandono, miedo este último que psicosomáticamente siente cualquier cachorro de mamífero cuando se rompe la simbiosis. Por eso la sociedad patriarcal se ha ocupado a lo largo de estos milenios de romper la simbiosis madre-criatura (Michel Odent) (16), para que nada más nacer la criatura se encuentre en medio de un desierto afectivo, de la asepsia libidinal, y de las carencias físicas que acompañan a la ruptura de la simbiosis, para las que su cuerpo no estaba preparado. Desde este estado, que es el opuesto al de la simbiosis, se organiza su supervivencia a cambio de su sumisión a las normativas previstas por la sociedad adulta, a cambio de ser 'un niñ@ buen@', es decir, que no llora aunque este sól@ en la cuna, que come lo que decide la autoridad competente y no lo que la sabiduría de su organismo requiere; que duerme cuando conviene a nuestra autoridad y no cuando viene el sueño; que se traga en fin los propios deseos para, ante todo, obtener una aceptación de la propia existencia que ha sido cuestionada con la destrucción de la simbiosis; complaciendo a l@s adult@s y a nuestras descabelladas conductas, sometiéndose inocentemente a nuestro Poder fáctico, se acorazan, automatizan y asumen las conductas convenientes a esta sociedad de realización del Poder -llámese dinero etc.- Así comienza la pérdida de la sabiduría filogenética de 3600 millones de años y el acorazamiento psicosomático.
Es decir, que a la espiral de la carencia->miedo-a-carecer->miedo al-abandono->miedo-a-la-muerte, reaccionamos con la espiral del llanto->resignación->acorazamiento->sumisión.
El acorazamiento tiene dos aspectos básicos: 1) la resignación ante el propio sufrimiento (condición emocional para la sumisión) y 2) la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno (condición emocional para ejercer el Poder). Es decir, que para sobrevivir en este mundo hay que congelar la sensibilidad emocional específica de las relaciones de ayuda mutua en la vida humana autorregulada: pérdida de la inocencia, pérdida de la confianza puesto que no hay reciprocidad: una congelación y un acorazamiento necesarios para luchar, competir e imponerse sobre el de al lado, en la guerra de conquista de posiciones, de escalada de peldaños, de expoliación y de acaparación; porque aunque sólo pretendamos sobrevivir, en este mundo para no carecer hay que poseer, y para poseer hay que de algún modo robar y devastar, y para devastar y robar hay que ser capaces ejercer la violencia contra nuestr@s herman@s.
Para lograr este acorazamiento psicosomático en cada criatura humana individual, hombre o mujer, y el aprendizaje de las conductas y de las estrategias fratricidas y jerárquico-expansivas de realización del Poder -lo que eufemísticamente se llama educación-, se necesitan cuerpos de mujeres que engendren y paran sin desarrollo sexual y libidinal.
La represión del imprinting y la prohibición de mimar y complacer a las criaturas está por ejemplo muy claramente expuesta en diversos textos bíblicos: mima a tu hijo y verás lo que te espera, doblégale cuando aún es tierno, etc. etc.; y la rebelión contra el padre se castiga con la pena de muerte.
Véamos la función de la líbido materna desde la perspectiva de las relaciones sociales:
En 1861 Bachofen (20),basándose directamente en autores de la Grecia y de la Roma antigua, escribió un libro en el que explica la cualidad y la función social y civilizadora de la líbido maternal en las primeras sociedades humanas; lo que ahora ya la antropología con la nueva aportación de la 'revolución arqueologica' están confirmado; Bachofen dijo que la fraternidad, la paz, la armonía y el bienestar de aquellas sociedades del llamado Neolítico en la Vieja Europa, procedían de los cuerpos maternos, de lo maternal, del mundo de las madres. No de una religión de las Diosas ni de una organización política o social matriarcal, sino de los cuerpos maternos (21).
Es decir que aquella sociedad no provenía de las ideas o del mundo espiritual, sino de la sustancia emocional que fluía de los cuerpos físicos y que organizaba las relaciones humanas en función del bienestar; y de donde salían las energías que vertebraban los esfuerzos por cuidar de la vida humana.
Esta vertebración de las relaciones humanas desde lo maternal, lo explica así la antropóloga Martha Moia (22): el primer vínculo social estable de la especie humana... fue el conjunto de lazos que unen a la mujer con la criatura que da a luz... El vínculo original diádico madre/criatura se expande al agregarse otras mujeres... para ayudarse en la tarea común de dar y conservar la vida...unidas por una misma experiencia, formando lo que esta autora llama el 'ginecogrupo'. En el ginecogrupo el vínculo más importante era el uterino, el haber compartido el mismo útero y los mismos pechos. Este es el origen del concepto de la fraternidad humana, que se ha sacado de sus raíces físicas y se ha elevado a lo sobrenatural, para corromperlo y prostituirlo. El vínculo uterino entre un hombre y una mujer era algo fundamental para la reproducción de las generaciones en un sociedad con sistema de identidad grupal, horizontal y no jerarquizada, sin concepto de propiedad ni de linaje individual-vertical; es decir, con conciencia de reproducción grupal. Por cierto, que todavía exiten aldeas en rincones perdidos del mundo que continúan funcionando de este modo (23).
La díada madre-criatura y el despliegue de la líbido materna en los ginecogrupos creaba lo que Moia llama la urdimbre del tejido social, sobre la cual se entrecruzaba la actividad del hombre, la trama. Este encaje de urdimbre y trama daba como resultado ese tejido social de relaciones armónicas, por el que puede transcurrir la líbido autorreguladora sin bloqueos ni trabas; un campo social recorrido por el deseo productor de la abundancia y no de la carencia (24). La arqueología ha confirmado las relaciones armónicas entre los sexos y entre las generaciones de aquellas sociedades. (25)
Pues no estamos hablando de teorías abstractas: nos referimos a civilizaciones humanas que se han descubierto que existieron desde el 10.000 a.c., geográficamente ubicadas entre el sur de Polonia y el norte de Africa, y desde los Urales hasta la península Ibérica, que se sepa.
En cambio el tipo de sociedad esclavista que consiguieron imponer las oleadas de pastores seminómadas indoeuropeos que empezaron a asolar las antiguas aldeas y ciudades matrifocales, a partir del 4000 a.c., al principio esporádicamente, (26) no buscaban el bienestar y la armonía, sino la dominación para extraer, acaparar y acumular las producciones de la vida; es decir, crear Poder, a cualquier precio, con toda la violencia necesaria y con los quebrantamientos de la autorregulación de la vida que sus objetivos requisieran, con tal de sedimentar su Poder contra esta vida humana autorregulada. Para ésto, para devastar, luchar, conquistar, matar, expoliar y acaparar se requiere un tejido social distinto del que se crea para el bienestar y conservación de la vida, partiendo de lo maternal. Un tejido de guerreros, de jefes de guerreros, de linajes de guerreros, de esclavos, de jefes de esclavos, de líneas de mandos, de mujeres disciplinadas y dispuestas a acorazar y adiestrar criaturas, es decir, de cambiar la maternidad por la construcción de los linajes verticales, y organizar la crianza de esos futuros guerreros dispuestos a matar y esclavos dispuestos a dedicar sus vidas a trabajar para los amos; mujeres enseñadas para enseñar a sus hijas a negar sus deseos, a paralizar sus úteros y a hacer lo mismo que ellas.
Es decir, una sociedad con madres patriarcales, que no son verdaderas madres sino un sucedáneo de madres, que no crían a su prole para el bienestar y para su integración en un tejido social de relaciones armónicas que ya no existen, sino para el de la guerra y la esclavitud. (27) Como dice Amparo Moreno sin una madre patriarcal que inculque a las criaturas 'lo que no debe ser' desde su más tierna infancia, que bloquee su capacidad erótico-vital y la canalice hacia 'lo que debe ser', no podría operar la ley del Padre que simboliza y desarrolla de una forma ya más minuciosa 'lo que debe ser'.(28)
Entonces tenemos que la destrucción de lo maternal no sólo destruye algo básico en el desarrollo físico y psíquico de cada criatura, sino también y correlativamente, lo básico de nuestra condición social y de nuestra sociedad.
Aquí no tenemos tiempo, pero esto se puede ver en el proceso histórico.
A lo largo de 3000 años tuvieron lugar guerras de devastación de las pacíficas ciudades y aldeas matrifocales, durante las que se exterminaron generaciones enteras de hombres que las protegieron con sus vidas; guerras durante la cuales se esclavizaron generaciones de mujeres que vivían plenamente su sexualidad y parían con placer; generaciones con las que 'desapareció la paz sobre la tierra' según expresión de Bachofen porque con ellas desapareció el tejido social, el espacio y el tiempo en el que la maternidad es posible.
Según Gerda Lerner (29), l@s niñ@s fueron la primera mano de obra esclavizada, por la facilidad de manejarlos y de explotarlos. A las mujeres de las aldeas conquistadas, se las mantenía vivas para la producción de mano de obra, montándolas y preñándolas como al ganado. Y así empezó la maternidad sin deseo, por la fuerza bruta.
La consolidación y generalización del patriarcado fue un proceso discontinuo y largo, que fueron no décadas, ni siglos, sino varios milenios. Tras las guerras venían las treguas, las fronteras, el rearme, la vida bajo la amenaza y la presión del enemigo, es decir, los periodos de guerra 'fría', durante los que se crean las formas de sumisión voluntaria de la mujer, producto de diferentes pactos, basadas en las incentivaciones sociales y en el chantaje emocional, pero también en la búsqueda de situaciones que fueran el menor mal posible para ellas y para las criaturas.
Además, la agresividad del guerrero o la docilidad del esclavo o de la esclava reside, desde luego, en que lo sea desde su más tierna infancia; pero también depende del arte de combinar el látigo y el hambre con incentivaciones, mitos engañosos y chantajes emocionales, de los que tenemos abundantes pruebas, no sólo arqueológicas, sino escritas, como el famoso Código de Hammurabi (30), rey de Mesopotamia en el 1800 a.c., en un estadio ya avanzado de la transición.
En los orígenes del patriarcado la paternidad era adoptiva, esto es, los primeros patriarcas adoptaban (31) a sus seguidores o filios entre los niños mejor educados y preparados para las guerras y el gobierno de los incipientes Estados, y las mujeres adquirían un rango en función del que adquirían sus hijos e hijas (esposas, concubinas, esclavas), de manera que incluso su supervivencia y la de sus criaturas dependían a menudo de su firmeza en el adiestramiento de éstas. Esto es un ejemplo de un tipo de incentivación que va conformando la madre patriarcal; la mujer que subordina el bienestar inmediato de sus hij@s a su preparación para el futuro éxito social, en una sociedad jerarquizada y competitiva; y además que tiene su cuerpo disciplinado para limitar su líbido sexual a la complacencia falocrática.
Según se va desapareciendo la sexualidad específica de la mujer y se va consolidando la maternidad sin deseo y la madre patriarcal, se van institucionalizando formas de matrimonio, porque ya se puede predecir a priori que una muchacha será, como se suele decir, 'una buena madre y una buena esposa' y que criará a su prole de forma adecuada. En realidad, el matrimonio y la paternidad tal cual la conocemos hoy data del Imperio romano.
Entre los engaños míticos está la satanización de la sexualidad de la mujer. Como dice la Biblia: la maldad es por definición lo que mana del cuerpo de la mujer. De los vestidos sale la polilla y del cuerpo de la mujer la maldad femenil, dice la Biblia; y también que ninguna maldad es comparable a la maldad de la mujer. La mujer tiene que sentir vergüenza de su cuerpo incluso ante su marido, que debe cubrirse de velos, considerarse impura. Esto es una percepción efectivamente paralizante de los cuerpos. La mujer seductora y seducible, voluptuosa, sólo puede ser una puta y una zorra, absolutamente incompatible con una buena madre, cuyo paradigma es una virgen que engendra sin conocer varón y que tolera resignadamente la tortura y la muerte de su hijo en sacrificio al Padre.
Con las generaciones se va perdiendo la memoria sobre la otra manera de vivir y de parir, la otra percepción del cuerpo de la mujer, cuyo rastro, retrospectivamente, podemos encontrarlo en tres lugares: en el Hades (a donde enviaron lo que no debe ser y debe permanecer oculto), en el infierno (a donde va todo lo que es maligno), y también en lo más hondo de nuestro ser psicosomático.
La milenaria represión sexual de la mujer, acompañada de toda clase de torturas físicas y psíquicas, es algo relativamente bien conocido. Pero quizá no es igualmente sabido que esa represión ha tenido por objeto impedir que irrumpa nuestra sexualidad. Porque para que una mujer se preste voluntariamente a hacer de madre patriarcal, hay que eliminar la líbido materna, para lo cual hay que impedir el desarrollo de su sexualidad desde su infancia.
Así se consuma el matricidio histórico, somatizándose en el cuerpo de cada mujer generación tras generación. Como dice Amparo Moreno, cada vez que parimos, afirmamos la vida que no debe ser, bloqueamos la capacidad erótico-vital de la criatura, para a continuación adiestrarla de acuerdo con el orden establecido. (28).
Esta es la maldición de Yavé: paralizar los úteros para paralizar la producción libidinal de la mujer, y cambiar el tejido social de la realización del bienestar por el tejido social de la dominación y de la jerarquía.
Tras la devastación de la sexualidad y la paralización del útero, se construye 'el amor materno' espiritual, destinado ante todo a neutralizar y reconducir las pulsiones y los deseos que puedan impedir la represión y el adiestramiento de las criaturas; y junto a ese 'amor', se construye la imagen de la madre abnegada y sacrificada, dedicada a la guerra doméstica de vencer la resistencia de las criaturas a formar parte de este tejido social. La 'cualidad' del 'amor' espiritual es la de neutralizar la com-pasión y el con-sentimiento que puedan irrumpir y agrietar las corazas, y que pueden llegar a hacer imposible la represión y el sacrificio de l@s hij@s al Padre, al Espiritu Santo, al Capital, al Estado, al sistema de enseñanza obligatorio, etc. etc.
Porque, en cambio, el amor que nos sale de las vísceras, a diferencia del que dicen que sale del alma escondida tras los cuerpos acorazados, sólo sabe complacer y aplacer a los hij@s y es incompatible con el sufrimiento y con la angustia que presiden su socialización en este mundo.
3.- ... Y QUE SEA INIMAGINABLE (LA DESAPARICIÓN DE LA SERPIENTE)
Después de las guerras de devastación, ya constituida la sociedad patriarcal, siguió habiendo una dura y larga resistencia, durante la cual se siguieron exterminando a las mujeres que guardaban el rescoldo del antiguo modo de vida y de la otra sexualidad. Para justificar este holocausto, se creó la imagen de la 'bruja' que tiene trato con el demonio, que todavía perdura en nuestros días.
Pero la vida es como es, y no deja de serlo, a pesar y en contra del Poder. Y para impedir que nuestra sexualidad se desarrolle, además de silenciarla había que hacerla inimaginable, eliminando todo aquello que pudiera delatarla o aludir a su eventual existencia.
Por ello tuvieron que cambiar el significado de los símbolos de las culturas neolíticas, que habían estado durante milenios vinculados a nuestra sexualidad. Símbolos presentes en costumbres y objetos materiales de la vida cotidiana. Para conseguirlo se escribieron las historias y los mitos que cambiaron el significado y el sentido de aquellos símbolos (las grandes obras míticas, como la Biblia o la Iliada se escribieron en el siglo VIII a.c). El nuevo orden simbólico correlativo al nuevo orden social, proyecta en nuestra imaginación y en nuestro inconsciente el modelo de mujer patriarcal: una falsa percepción de nuestros cuerpos, con una
orientación exclusivamente falocéntrica de nuestro anhelo emocional, que debe acompañar la relación de sumisión al hombre.
Este proceso de construcción del nuevo orden simbólico, se puede verificar siguiendo el rastro del que fue símbolo de nuestra sexualidad en casi todas las culturas: la serpiente.
La importancia y la omnipresencia de la imagen de la serpiente había sido correlativa a la importancia del despliegue de la líbido femenina. Hacer que la serpiente desapareciera era imposible. Por eso lo que hicieron fue eliminar su fuerza simbólica, que mantenía viva la memoria, el recuerdo y la posibilidad de imaginar otra forma de ser mujer.
Cambiaron su significado simbólico cambiando las historias míticas, y convirtiendo el movimiento ondulante de la serpiente en un símbolo de todos los males y de todos los demonios. También el asco que nos producen los reptiles, sus mucosas y sus pieles húmedas, es una construcción cultural paralela al asco y al pudor que sentimos hacia nuestros cuerpos y sus fluidos, y que tiene por objeto sacar de nuestra imaginación su sentido maternal y simbiótico.
El orden simbólico tiene que hacer a lo bueno, malo, y a lo malo, bueno.
Así, junto a la satanización de la sexualidad de la mujer, se sataniza también a la serpiente que pasa a ser el demonio del infierno judeo-cristiano; y el infierno y el Hades pasaron a ser los lugares a donde va todo lo que no debe ser, por contraste de los cielos donde habitan los paradigmas de lo que debe ser; y el guardián del Hades en la mitología griega, fue el can Cerbero, hermano de la amazona Medusa, la de la cabellera de serpientes, que lleva también el lomo lleno de serpientes y su cola es una serpiente. Las sirenas y las Nereidas que representaban la asociación de lo femenino con el agua, se convirtieron en monstruos marinos que atacaban a los héroes, como Escila que no deja a Ulises pasar por el estrecho de Mesina. Atenea, en un tiempo representada con serpientes, pasa a ser la diosa de la guerra, y las serpientes pasan simbólicamente a manos de Esculapio, dios, como no, de la Medicina, y de Hermes, dios de la fertilidad, de manera que la sexualidad femenina en vez de ser una emanación de la mujer para la autorregulación de la vida, pasa a ser algo administrado y gobernado por los dioses.
En todas las culturas aparece el héroe o el dios que desafía y mata la serpiente: Zeus mata a Tifón, Apolo a la Pitón, Hércules a la Hidra, Perseo a Medusa y Jasón vence al dragón que guardaba al vellocino; el dios mesopotámico Marduk mata a las serpientes de la diosa Tiamet, y el hindú Krisna a la serpiente-demonio Kaliya. En las culturas cristianas, después del famoso y explícito mito del Génesis (pondré enemistad entre tí y la serpiente), la virgen María vuelve a aplastar a la serpiente, San Jorge al dragón de Inglaterra, San Patricio a la serpiente de Irlanda, San Miguel a diversos dragones...
Ante el cuadro del Museo del Prado de Cornelio de Vos que representa Apolo matando a Pitón, un profesor de instituto les decía a sus alumnos y alumnas que simbolizaba el origen de nuestra civilización. Siempre nos sorprendemos cuando descubrimos que ellos ya sabían estas cosas. Es la complicidad transgeneracional de los señores del Poder y de la Guerra.
Fijaos que la resistencia al orden patriarcal a lo largo de los siglos la delatan los mitos: porque la Virgen María tiene que volver a aplastar a la serpiente que ya había sido enviada por Jehova al Infierno 2500 años antes. Y en la Edad Media, para hacer las naciones modernas y acabar con el relativo descontrol de las aldeas desperdigadas por la tierra, siguen haciendo falta mitologías con santos que matan a las serpientes locales: San Jorge en Inglaterra, San Patricio en Irlanda, pueblos en donde los campesinos celtas animados por los druidas conservaron durante mucho tiempo reductos de antiguos modos de vida.
Arturo es otro mito, en plena Edad Media que representa, al igual que Edipo, la tragedia de la transición. Arturo, no mata al dragón, sino que lo salva, era conocido como Arturo de Pendragón, y al principio llevaba su imagen en su estandarte porque era un caballero que defendía el antiguo modo de vida. Llevaba sendas serpientes tatuadas en ambas muñecas.
Junto al cambio de significado simbólico de la serpiente, está la inversión de lo que vale, del bien y del mal, y también, la significación de los que la matan: el héroe o el santo. Matando a la serpiente, el santo salva nuestras almas y el caballero o el príncipe azul, nuestros cuerpos.
Dice Robert Graves que muchas de estas historias son versiones falseadas de las originales; y asegura que las fábulas de las doncellas salvadas por héroes, que matan a los dragones o a los monstruos, sólo puede deberse a un error 'iconotrópico': porque la doncella o la princesa no es la futura víctima de la serpiente, sino que ella es quien ha sido encadenada por Bel, Marduk, Perseo o Hércules depués de haber vencido éstos al monstruo que era una emanación de ellas.
Este cambio en los mitos corresponde al paso de la dominación de la mujer por la fuerza bruta (se captura a la mujer tras destruir por la fuerza lo que emana de ella), a la sumisión voluntaria de la misma (la mujer se considera 'salvada' cuando se destruyen las monstruosas emanaciones de su cuerpo).
4.- TENDER LA URDIMBRE...
He intentado explicar por qué el parto es una cuestión de Poder.
Parir con dolor no es una cuestión médica, ni una cuestión de la salud de nuestros cuerpos individuales. Recuperar el potencial sexual femenino y revitalizar nuestros úteros es una revolución social contra 5 milenios de cultura patriarcal, porque es una sociedad que no puede funcionar con cuerpos de mujeres que secreten líbido materna.
El malestar de nuestra cultura se debe a todo lo que desencadena la robotización de la función materna, al desquiciamiento de la sexualidad, las relaciones patológicas y el desierto afectivo que este desquiciamiento produce. Lo malo del chupete, por ejemplo, no es que el pezón sea de plástico, lo peor es el cuerpo que falta detrás del chupete. Lo peor es la orfandad, la falta de calidez (32). Este mundo es inhóspito, porque han matado a la madre y todos y todas somos huérfan@s (27), y por eso no nos podemos reconocer como herman@s. La verdadera fraternidad es la que sale de los cuerpos físicos.
No debe extrañarnos que la lucha contra los hábitos y costumbres de la maternidad patriarcal encuentre tanta dificultad. Creo que para ir abriendo camino hay que poner en marcha la ayuda mutua práctica y cotidiana entre las mujeres; así como un nuevo tipo de relación entre hombres y mujeres que recupere el espacio y el tiempo de la maternidad. Pues nuestros cuerpos vivos sólo necesitan un poco de conciencia para desatar toda su potencia sexual, un caudal infinito latente de energía y pasión por el bienestar de los demás. Sabemos que es destino de todos los cuerpos femeninos y masculinos, hacerse regazo y no coraza. Además están ahí nuestros hijos e hijas, nuestras criaturas, reclamando su derecho a tener madre, a nacer gozosamente y a encontrar un mundo donde vivir con calidez y armonía.
Hay que recuperar la transmisión por vía oral de la verdadera sabiduría de lo que es bueno y de lo que es malo; esta es una vía que es mucho más difícil de controlar y manipular para cambiar el significado de las cosas. Hay que correr la voz. Se acabó el acceso prohibido a la ciencia del bien y del mal. Se acabó el Hades y todo lo que allí ocultaron. Las mujeres tenemos que contarnos muchas cosas. De mujer a mujer, de mujer a niña, de madre a hija, de vientre a vientre.
Porque lo que se plantea no es una preparación al parto distinta, que comenzase con cada gestación. Es la recuperación de una sexualidad que debe impregnar todas nuestras vidas y las de nuestras hijas, desde pequeñas. Para parir con placer, hemos de empezar por explicar a nuestras hijas que tienen útero, que cuando se llenan de emoción y de amor, palpita con placer; recuperar las verdaderas danzas del vientre, para que cuando lleguen a la adolescencia no tengan reglas dolorosas, sino que se sientan en ese estado especial de bienestar similar al de la gravidez. Hemos de hacer hogueras para quemar los informes médicos del tipo del recientemente aparecido que afirma que la menstruación es una enfermedad y que hay que eliminarla tomando píldoras ininterrumpidamente (33).
Hemos de re-conquistar nuestros cuerpos y re-aprender a mecer nuestro útero, a conectar sus inervaciones voluntarias con las involuntarias; sentir su latido y acompasarlo con todo nuestro cuerpo. Que la exuberancia de nuestra plena sexualidad acabe con las contracciones dolorosas y sólo haya el movimiento palpitante de nuestros músculos relajados y vivos.
También tenemos que pedir a los hombres que no duden, como Arturo, y que no se quiten las serpientes de las muñecas, ni quiten el dragón de los estandartes. Hay que dejarse de rivalidades. Ni envidia del pene ni envidia del útero. La envidia es el correlato de la jerarquía. En la vida no hay jerarquía, hay fenómenos y funciones diversas. Ni el corazón tiene envidia del hígado, ni el sistema circulatorio es superior al digestivo, por decir algún ejemplo. La diversidad tiene que funcionar para que haya armonía, que no es ningún estado místico, sino la sensación de bienestar que produce la vida autorregulada. Para restablecer la armonía entre los sexos tiene que haber sexo femenino; para que haya encaje armónico entre la urdimbre y la trama, hay que tender primero la urdimbre. Hay que recuperar la maternidad, el espacio y el tiempo de la simbiosis primaria.
BIBLIOGRAFIA
(1) Expresión acuñada por el arqueólogo James Mellaart (Cathal Huyuk, Nueva York, McGraw Hill, 1967, y Excavations at Hacilar Edinburgh, University Press, 1970) que ha trabajado en los sitios arqueológicos de Turquía. La excavación de Hacilar fue prohibida y paralizada definitivamente por el Gobierno inglés, "uno de los capítulos más trágicos en la historia de la arqueología" según Mellaart. Ver también la obra de Marija Gimbutas, que ha hecho un estudio al respecto en base a varios miles de piezas decoradas y talladas en la llamada 'Vieja Europa': Diosas y dioses de la Vieja Europa, Madrid, Istmo 1991, y El lenguaje de la diosa Oviedo, Dove 1996.
(2) De las Casas, Bartolomé. Historia de las Indias. Fondo de Cultura Económica, México, 1986 (10 publicación 1552)
(3) Según Merelo-Barberá, J. Parirás con placer. Kairós, Barcelona, 1980.
(4) Ola Raknes "Educación económica sexual" International Journal of Sex Economy and Orgone research, vol 2, 1943.
(5) Masters,W. y Johnsons,V. Human Sexual Response.Intermédica, México 1978.
(6) Choisy, M. La guerre des sexes Publications Premièrs. Paris 1970. Pg 45-47
(7) V.V.A.A. Mamatoto: la celebración del nacimiento. Plural ediciones, Barcelona 1992.
(8) Citados en: Anderson, B.S. y Zinsser,J.P. Historia de las Mujeres: una historia propia. Crítica, Barcelona 1991.
(9) Sagan, D. Por qué las mujeres no son hombres, El País 02.08.1998
(10) Ver Museo del Oro en Santa Fé de Bogotá.
(11) El sufrimiento fetal durante el parto ha sido detectado por varios autores; por ejemplo, Konrad Stettbacher Pour quoi la souffrance? Aubier, Paris 1991.
(12) Véase estudios del Dr.Serrano Vicens y del Dr. Schebat del Hospital Universitario de París citados en Pariras con placer, asi como los del propio Juan Merelo Barberá.
(13) Jacobsen, Thorkild. The Treasures of Darkness Yale Un. Press, 1976 Pg 108.
(14) Pepe Rodríguez Dios nació mujer Ediciones B.,S.A., Barcelona, 1999 Pag.314.
(15) Leboyer, F. El parto: crónica de un viaje, Pags. 244-246 Subrayados nuestros.
(16) Odent, M. El bebé es un mamífero. Mandala, Madrid, 1990.
(17) Freud llega textualmente a decir: El conocimiento de una época pre-edípica en la mujer ha provocado en nosotros una sorpresa similar a la que, en otro campo, suscitó el descubrimiento de la civilización minoico-micénica anterior a la civilización griega. Todo, en el ámbito de la primiera vinculación con la madre, me parece difícil de captar analíticamente, oscuro, remoto, sombrío, difícil de devolver a la vida, como si hubiera caído bajo una represión particularmente inexorable. Sobre la sexualidad femenina (1931), Obras completas, tomo III pag. 518. Madrid, Biblioteca Nueva, 1968. Citado por Silvia Tubert en Figuras de la Madre.
(18) Balint, M. La Falta Básica Paidós, Barcelona 1993 (10 publicación: Londres y Nueva York 1979)
(19) Pepe Rodríguez, obra citada. Ver por ejemplo también, la obra del paleontólogo norteamericano Stephen Jay Gould.
(20) Bachofen, J.J. Mitología arcaica y derecho materno. Anthropos, Barcelona, 1988. (1ª publicación, Stuttgart, 1861).
(21) Subrayamos este aspecto, porque en las versiones castellanas de Bachofen, se viene traduciendo 'mutterlich' (maternal), 'muttertum' (entorno de la madre) y 'mutterrecht' (derecho de la madre) por 'matriarcado'. Sin embargo cuando Bachofen se quiere referir al 'archos' femenino de la transición, utiliza el término de 'gynecocratie'.
(22) Moia, M. El no de la niñas laSal edicions de les dones, Barcelona, 1981
(23) Ver artículo de Paka Díaz en El Semanal del Diario La Verdad de Murcia, del 16-22 de Julio 2000, Los Musuo, el último matriarcado.
(24) Deleuze, G. y Guattari, F. El anti-edipo, capitalismo y esquizofrenia Paidós, Barcelona, 1985.
(25) En esto ya no hay discusión, empezando por la misma Gimbutas.
(26) Gimbutas, Mellaart, Eisler, Rodríguez etc.
(27) Sobre el matricidio, ver particularmente la obra de Victoria Sau: La maternidad: una impostura Revista Duoda, nº6 Barcelona, 1994; El vacío de la maternidad Icaria, Barcelona 1995, entre otros.
(28) Carta de Amparo Moreno a la Asociación Antipatriarcal, Boletín nº 4, Madrid, diciembre 1989.
(29) Lerner, G. La creación del Patriarcado Crítica, Barcelona, 1990.
(30) El código de Hammurabi son 282 leyes (con un prólogo y un epílogo) grabadas sobre un falo de basalto de 2,05 m., que se encuentra en el Museo del Louvre; esta leyes regulan ya un sistema de propiedad y de adopción pormenorizado. Edición de Federico Lara Peinado en Tecnos, Madrid, 1986.
(31) Sobre el orígen adoptivo de la paternidad, véase por ejemplo el estudio de Assmann en el Antiguo Egipto: en Tellenbach, H. et al. L'image du père dans le mythe et l'histoire. PUF, Paris 1983
(32) Moreno A. Pensar la historia a ras de piel Ed. Tempestad, Barcelona, 1991.
(33) Ver artículo en el diario El Mundo del 1 de julio 2000 de
Myriam Lopez Blanco: ¿Debería ser opcional la menstruación?